miércoles, 31 de octubre de 2007

El terreno virgen


Me encanta que no sepas nada, que poco te interese, que sea tan amplio tu horizonte y sea yo el que lo llena. Pasar la lista es una oportunidad de gritar con sigilo tu nombre, es cruzar la mirada en complicidad que los demás suponen, pero que no conocen de fondo.

Me encantan las locuras frescas de tu risa, del ansia con que consumes dulces y tu cuerpo parece ignorarlo. Eres la gran paradoja con tus cuadernos con figuritas infantiles, y sin embargo eres una ninfa que exquisita ha venido a darle luz a mi existencia, que devora mis besos, que acepta mis caricias, que vibra en lo que hasta hace poco era piel virgen. Soy pizarrón y tu tiza de colores, lo iluminas todo, remarcas, rompes esquemas y me dejas en cada lance con el aroma de tu mano sobre mi sombra.

Eres pretendida, acosada, por esa tropa de niños que creen saber del amor; y juegas con ellos, haces promesas, les muestras detalles de sensualidad que lejos de preocuparme me divierten, me ilusionan, pues ese encanto lo conozco, porque esos besos de sabor grosella los he paladeado, porque tu aliento de de cereza endulza mis ratos libres y nuestros momentos de soledad negada en las aulas.

Y qué se puede comparar cuando hemos enfrentado y cuestionado al extraño mundo de una cafetería, donde las damas nos ven con desdén, con molestia con hipócritas valores, y de los hombres, de quienes huelo su envidia y su curiosidad, tod barnizado de admiración. Eres mi inspiración a la locura, a lo que no debería ser, aunque nadie haya dicho de dónde viene la regla. Eres mi Lolita, eres fuego, eres niña, eres mujer, eres el sonido de la campana en medio de la nada, eres la insolencia cubierta de miedo y respeto, eres tú.

No tiene caso pensar si fue tu encanto que me cautivo y lo que tú ves en mí, sólo es el tiempo que ha pasado, es un aprendizaje donde tú has aprendido a no ser tan nila,y yo a dejar de ser tan adulto.

Compartimos eso que se aprende por primera vez, eso que nadie más conocerá. Nos hemos gozado, nos hemos liberado, nos hemos frenado, hemos estado en medio de todos, hemos estado apartados de todos; nos conocemos, y jugamos a desconocernos a cada día, para así poder disfrutar todo desde el principio.

jueves, 25 de octubre de 2007

Yo admiro a:




Yo admiro profundamente a The Beatles por transformar el mundo con un mensaje sencillo: el amor. Yo admiro profundamente a las pornstars por su desinhibición absoluta. Yo admiro profundamente a los Grandes Maestros de ajedrez, que entran doce horas diarias y pueden jugar una partida por más de 7 horas.




Yo admiro profundamente a Raphael, por tener tanta fe en sí mismo y su trabajo. Yo admiro profundamente a los maestros que conforman este blog, porque siguen dando muy buenas clases, a pesar de sus pésimos alumnos (o quizá gracias a ellos). Yo admiro profundamente a las chicas que están bien buenas, y son bien brutas, porque no han alcanzado, ni es necesario que lo hagan, reflexiones filosóficas trascendentes. Yo admiro profundamente a Cantinflas porque supo encarnar la imagen del pelado (arquetipo del mexicano, según Roger Bartra) como ninguno.



Yo admiro profundamente a los editores que no saben nada de periodismo, literatura o lenguaje, pero ganan un billete por hacerles la vida de cuadritos a sus colaboradores y pueden pasar más de una tarde discutiendo si una coma aquí o allá cambian la morfología semántica de la oración, haciéndola menos eficaz. Yo admiro profundamente a la gente que no se preocupa nunca por nada. Absolutamente por nada, ni siquiera su propia muerte les inquieta. Yo admiro profundamente a el que inventó los tacos al pastor. Yo admiro profundamente a los músicos que con cualquier sonido hacen una rola. Yo admiro profundamente a Paul McCartney por no dormirse en sus laureles y seguir activo, cuarenta años después de los Beatles. Yo admiro profundamente a los escritores que profundizan en el alma del ser humano.



Yo admiro profundamente a los escritores de best-sellers que pueden escribir hasta cuatro libros más grandes que la Biblia, sólo para exponer los temas más infames, pero eso sí, más divertidos. Yo admiro profundamente a las personas que pueden leer "Eso" de Stephen King de una sola sentada, mientras platican por teléfono con su ex. Yo admiro profundamente a los que escriben y escriben sólo para ellos; y que están plenamente convencidos que la literatura que generan es sólo un hobby. Yo admiro profundamente a toda persona que se convence que tiene algún talento para el arte, se dedica a ello, gana millones y es muy feliz. Yo admiro profundamente a casi todos los mexicanos, porque a pesar de tanta chingadera vivida, o quizá por eso, seguimos siendo una raza principalmente alegre y dicharachera. Yo admiro profundamente a Carlos Fuentes por su visión del tiempo mexicano y su trascendencia en la Historia de la Humanidad. Yo admiro profundamente a los editores de revistas para caballeros, porque se la pasan tomándoles fotos a mujeres de muy buen ver con poca, o de plano nada de ropa, ¡y encima les pagan! Yo admiro profundamente a los bomberos, taxistas nocturnos y personal de la Compañía de Luz y Fuerza, porque se la juegan literalmente día a día, para que este país funcione. Yo admiro profundamente a todos aquellos que dicen: "me conseguiré un buen empleo, una mujer guapa, un buen paquete de viaje, y una casa en una buena colonia", y van y lo obtienen. Yo admiro profundamente a las mujeres fatales que no conocen un "NO" por respuesta. Yo admiro profundamente a lo que escriben en un chorro de blogs, y en todos lo hacen con cierta fortuna. Finalmente, admiro a todo aquel que haya tenido la ociosidad de leer este texto.

martes, 9 de octubre de 2007

¡Persiguiendo mi sueño, weeeey!

Para todos los que hemos abrazado la docencia, me refiero con gusto no mientras sale un trabajo “mejor”, de verdad que podemos enfrentar cualquier reto, entender al concepto más complicado, a la teoría más extraña, a esos textos que parece que sólo fueron hecho para vanidad del autor y de sus tres lectores (y que curiosamente son los libros más caros), pero, ¿qué se puede hacer ante una mente cerrada?

Hay que aceptarlo, normalmente cuando somos estudiantes la mejor ley es la del mínimo esfuerzo, la calidad del maestro puede ser directamente proporcional a la manera en que me dice todo, donde el alumno recibe la instrucción de qué anotar y qué no anotar, qué subrayar, qué resaltar, vamos, y si se puede el tipo de preguntas y el orden que tendrán en el examen, pues de mayor calidad es el maestro. Siendo honesto, me pregunto si de maestro pagas esas que de joven hiciste con tanto cinismo.

¿Qué puede hacer un maestro que acostumbra poner lecturas, a que el estudiante diseñe esquemas y los explique, respondonda a un cuestionario sobre lo que se encargó leer, incluso se encarga leer, si se hacen preguntas de contexto que viene relacionadas con el tema? En la escala del mínimo esfuerzo, el maestro es complicado, el maestro, seguramente, es malo.

Me parece puede ser fácil hallarse en este dilema: ser bueno (es decir, dar la clase) o ser malo (pedir que el alumno desarrolle su propio pensamiento). Claro, no hablo de todos los alumnos. Voy a dar un perfil de un estudiante que continuamente ve a un maestro como malo: acostumbra llegar tarde, cuando llega; siempre tiene un audífono de su “ipod” (lo ideal son los dos) permanentemente en la oreja; en su mano derecha tiene su celular como si fuera rosario (si no está en la derecha es que es zurdo); normalmente sus expresiones son “deme chance” y “perdón”; curiosamente siempre está desvelado (por tanto trabajar); y como si fuera poco, cuando entra en polémica con su maestro sobre, por ejemplo, salidas al baño cada 20 minutos, dice categórico “qué tiene, estoy en la carrera, y si entro o no es lo de menos, pues ya soy adulto”.

Me pregunto, ¿para eso sirve ser adulto?, qué clase de educación, de experiencias previas, de carga emocional tiene una persona que sólo se guía con su único y personalísimo modelo de vida (de ética si se quiere ver purista), donde pareciera que ser adulto es hacer lo que se quiera, lo que se guste, sin ningún tipo de freno a sus ansias y deseos; en pocas palabras, valiéndole madre si molesta o no al maestro (o a la clase), pero eso sí, con la piel tan sensible que se enoja si se le llama la atención y se le pide, en el colmo de la desfachatez, que ponga atención a la clase.

¿Acaso un maestro es malo por el hecho de dejar una lectura que con ayuda de un diccionario y digamos veinte minutos de lectura concentrada se puede descifrar?, ¿un maestro es malo porque no aprueba la idea de hacer un proyecto de investigación planeado en cinco minutos?, ¿ser adulto significa que no tengo límite ni respeto por el lugar donde estoy?

En fin, estoy seguro que hasta que el mundo llegue a su fin, es decir, cuando el calentamiento global sea irreversible, estos problemas continuarán. Mis pregunta de reflexión para la comunidad son las siguientes: ¿Así eramos nosotros hace pocos años?, ¿por qué tan tristes comportamientos si partimos del hecho de que una gran mayoría de estudiantes se encuentran en el lugar y en la especialidad que ellos mismos eligieron?, ¿acaso son también chicos que van persiguiendo su sueño, weeeey?

martes, 2 de octubre de 2007

A la espera de la sombra III

La sombra ya también se ha dado el soberbio arte de aportar su deseo de enseñar, y ha dado largos e intensos besos al rostro de Paula, su boca también ha comprobado el uso magistral de eso que se llama lengua. Le excita la idea de sentir entre sus dientes una lengua inquieta, entrometida, que nada debe hacer entre sus dientes y labios. Para este momento, mujer y sombra ya están en plena ebullición de respiración.

Espectro y cuerpo se mecen al ritmo pausado, van y vienen con su silueta, están hechos en extensión de placer, y desde luego que no hay tanta perfección. Sexo y oscuridad se entremezclan en frenética pleonasmo húmedo.

Ha pasado el tiempo y pareciera que todo se ha visto, que todo se ha tocado, que todo se ha vivido, pero súbitamente el espectro toma la mano de Paula y la lleva a su entrepierna, el miembro que hay entre sus piernas está dispuesto al asalto, Paula ya lo había visto y tocado con mucho cuidado, con mucho respeto, como quien se encuentra un tigre dormido en la selva. La fricción que había sentido Paula al principio de la noche parecía más que suficiente.

La mano de Paula apenas se da abasto, es enorme esta bestia que meditante ha estado al asecho, sin querer ha apretado la fibra más sensible de la selva, está despierto y Paula no sabe qué será de su suerte. Las noches especiales siempre tienen alguna sorpresa especial.

La sombra toma con fortaleza a Paula, y en un rápido movimiento la sienta de rodillas sobre su oscuro falo al tiempo que los ojos de Paula se abren al más increíble gozo y sorpresa conocido hasta entonces. Paula se siente conectada plenamente con esta sombra, ya no hay distancia que se posible, son uno, cuerpo y éter se han unido, la respiración abandona por instantes a la mujer que está empezando a conocer el secreto último de la vida.

Paula apenas tiene tiempo de llevar la sábana a su boca y de esa manera ahogar un grito de dolor y de placer, se siente penetrada en sus valores, en sus sentimientos y eso la hace sentir bien, no es malo, es un dolor dulce, un castigo que demanda con abundancia, los movimientos de nuevo se hacen acompasados, el ritmo pareciera de una tarde caballos en el campo.

Paula ha tenido la oportunidad de ultrajar eso que existe entre las piernas de lo que sería un ser humano. En el caso de esta ánima se ha encontrado con un miembro vigoroso, sano, atrevido, que semeja a uno de esos corceles que deambulan libres por las pampa, juguetones, indómitos, firmes de carne y dispuestos a demostrar que son los dueños de la pradera.

Hacen movimientos circulares, lentos, tratando de encontrar la raíz de ese árbol, es una amazona que empieza a vibrar como nunca antes, y se da cuenta lo mucho que disfruta la sombra que tiene debajo de sus redondas y firmes nalgas. Ella que empezó siendo amenazada por esta ánima ahora se encuentra sobre ella.

La agitación aumenta, cada vez los ciclos son más vigorosos, ese leño que siente en su bosque se pone cada vez más erguido, la sangre pareciera que va a salir con una presión que hará gran alboroto. Paula ya no sabe que hacer, se ha toca ella, ha tocado a ese intruso. La respiración, en extraña paradoja, se ha ido retirando pese a que la ventana deja pasar cínicamente al aire nocturno.

Paula alcanza a contraer el cuerpo hacia dentro, como si apretara a esa bestia entre sus piernas, sus ojos empiezan a buscar algo en el techo, la respiración es más breve, más corta, menos intensa y de pronto, sin que desde luego ella misma se de cuenta cae.

La agitación con falta de aire no es buena combinación, pero esta sombra no tiene mayor recato, ha terminado con un miembro satisfecho y una dama desmayada, que tendida en la cama ha pasado de la excitación a la ternura del sueño inducido.

¿En qué momento llegó la mañana?, cuando quiso, ajena a los mandatos rigoristas del reloj. Paula se reincorpora, no tiene sentido saber en qué momento terminó todo, pero es un hecho que sí recuerda la agitación bien hasta antes de su último jadeo. El resto no tiene mayor explicación, la sombra continuó en la habitación y murió cuando la luz llegó. Nada más científico y más real.

Paula nota que su cuerpo está desnudo, pero eso no importa, nadie con moral se atrevería a entrar a fisgonear su cuerpo. Hay una sonrisa cómplice cuando se ve en el espejo, como si parte de la sombra se hubiera quedado dentro de ella. Ve el reloj y nota que son las ocho y cinco de la mañana, faltan 55 minutos para que las manecillas se vuelvan a encontrar, y reflexiona qué tan pocos minutos hay que esperar para que las manecillas se vuelvan a encontrar.

Las noches han seguido llegando, Paula actúa con normalidad, y es que ¿qué dama no apetece pasar una noche refrescante con sus ventanas abiertas?, más si no hay fisgones que pongan en peligro su soledad, aunque nadie ha notado la peculiar costumbre de prender una vela durante el inicio de la noche en sus horas más íntimas.