La sombra ya también se ha dado el soberbio arte de aportar su deseo de enseñar, y ha dado largos e intensos besos al rostro de Paula, su boca también ha comprobado el uso magistral de eso que se llama lengua. Le excita la idea de sentir entre sus dientes una lengua inquieta, entrometida, que nada debe hacer entre sus dientes y labios. Para este momento, mujer y sombra ya están en plena ebullición de respiración.
Espectro y cuerpo se mecen al ritmo pausado, van y vienen con su silueta, están hechos en extensión de placer, y desde luego que no hay tanta perfección. Sexo y oscuridad se entremezclan en frenética pleonasmo húmedo.
Ha pasado el tiempo y pareciera que todo se ha visto, que todo se ha tocado, que todo se ha vivido, pero súbitamente el espectro toma la mano de Paula y la lleva a su entrepierna, el miembro que hay entre sus piernas está dispuesto al asalto, Paula ya lo había visto y tocado con mucho cuidado, con mucho respeto, como quien se encuentra un tigre dormido en la selva. La fricción que había sentido Paula al principio de la noche parecía más que suficiente.
La mano de Paula apenas se da abasto, es enorme esta bestia que meditante ha estado al asecho, sin querer ha apretado la fibra más sensible de la selva, está despierto y Paula no sabe qué será de su suerte. Las noches especiales siempre tienen alguna sorpresa especial.
La sombra toma con fortaleza a Paula, y en un rápido movimiento la sienta de rodillas sobre su oscuro falo al tiempo que los ojos de Paula se abren al más increíble gozo y sorpresa conocido hasta entonces. Paula se siente conectada plenamente con esta sombra, ya no hay distancia que se posible, son uno, cuerpo y éter se han unido, la respiración abandona por instantes a la mujer que está empezando a conocer el secreto último de la vida.
Paula apenas tiene tiempo de llevar la sábana a su boca y de esa manera ahogar un grito de dolor y de placer, se siente penetrada en sus valores, en sus sentimientos y eso la hace sentir bien, no es malo, es un dolor dulce, un castigo que demanda con abundancia, los movimientos de nuevo se hacen acompasados, el ritmo pareciera de una tarde caballos en el campo.
Paula ha tenido la oportunidad de ultrajar eso que existe entre las piernas de lo que sería un ser humano. En el caso de esta ánima se ha encontrado con un miembro vigoroso, sano, atrevido, que semeja a uno de esos corceles que deambulan libres por las pampa, juguetones, indómitos, firmes de carne y dispuestos a demostrar que son los dueños de la pradera.
Hacen movimientos circulares, lentos, tratando de encontrar la raíz de ese árbol, es una amazona que empieza a vibrar como nunca antes, y se da cuenta lo mucho que disfruta la sombra que tiene debajo de sus redondas y firmes nalgas. Ella que empezó siendo amenazada por esta ánima ahora se encuentra sobre ella.
La agitación aumenta, cada vez los ciclos son más vigorosos, ese leño que siente en su bosque se pone cada vez más erguido, la sangre pareciera que va a salir con una presión que hará gran alboroto. Paula ya no sabe que hacer, se ha toca ella, ha tocado a ese intruso. La respiración, en extraña paradoja, se ha ido retirando pese a que la ventana deja pasar cínicamente al aire nocturno.
Paula alcanza a contraer el cuerpo hacia dentro, como si apretara a esa bestia entre sus piernas, sus ojos empiezan a buscar algo en el techo, la respiración es más breve, más corta, menos intensa y de pronto, sin que desde luego ella misma se de cuenta cae.
La agitación con falta de aire no es buena combinación, pero esta sombra no tiene mayor recato, ha terminado con un miembro satisfecho y una dama desmayada, que tendida en la cama ha pasado de la excitación a la ternura del sueño inducido.
¿En qué momento llegó la mañana?, cuando quiso, ajena a los mandatos rigoristas del reloj. Paula se reincorpora, no tiene sentido saber en qué momento terminó todo, pero es un hecho que sí recuerda la agitación bien hasta antes de su último jadeo. El resto no tiene mayor explicación, la sombra continuó en la habitación y murió cuando la luz llegó. Nada más científico y más real.
Paula nota que su cuerpo está desnudo, pero eso no importa, nadie con moral se atrevería a entrar a fisgonear su cuerpo. Hay una sonrisa cómplice cuando se ve en el espejo, como si parte de la sombra se hubiera quedado dentro de ella. Ve el reloj y nota que son las ocho y cinco de la mañana, faltan 55 minutos para que las manecillas se vuelvan a encontrar, y reflexiona qué tan pocos minutos hay que esperar para que las manecillas se vuelvan a encontrar.
Las noches han seguido llegando, Paula actúa con normalidad, y es que ¿qué dama no apetece pasar una noche refrescante con sus ventanas abiertas?, más si no hay fisgones que pongan en peligro su soledad, aunque nadie ha notado la peculiar costumbre de prender una vela durante el inicio de la noche en sus horas más íntimas.
Espectro y cuerpo se mecen al ritmo pausado, van y vienen con su silueta, están hechos en extensión de placer, y desde luego que no hay tanta perfección. Sexo y oscuridad se entremezclan en frenética pleonasmo húmedo.
Ha pasado el tiempo y pareciera que todo se ha visto, que todo se ha tocado, que todo se ha vivido, pero súbitamente el espectro toma la mano de Paula y la lleva a su entrepierna, el miembro que hay entre sus piernas está dispuesto al asalto, Paula ya lo había visto y tocado con mucho cuidado, con mucho respeto, como quien se encuentra un tigre dormido en la selva. La fricción que había sentido Paula al principio de la noche parecía más que suficiente.
La mano de Paula apenas se da abasto, es enorme esta bestia que meditante ha estado al asecho, sin querer ha apretado la fibra más sensible de la selva, está despierto y Paula no sabe qué será de su suerte. Las noches especiales siempre tienen alguna sorpresa especial.
La sombra toma con fortaleza a Paula, y en un rápido movimiento la sienta de rodillas sobre su oscuro falo al tiempo que los ojos de Paula se abren al más increíble gozo y sorpresa conocido hasta entonces. Paula se siente conectada plenamente con esta sombra, ya no hay distancia que se posible, son uno, cuerpo y éter se han unido, la respiración abandona por instantes a la mujer que está empezando a conocer el secreto último de la vida.
Paula apenas tiene tiempo de llevar la sábana a su boca y de esa manera ahogar un grito de dolor y de placer, se siente penetrada en sus valores, en sus sentimientos y eso la hace sentir bien, no es malo, es un dolor dulce, un castigo que demanda con abundancia, los movimientos de nuevo se hacen acompasados, el ritmo pareciera de una tarde caballos en el campo.
Paula ha tenido la oportunidad de ultrajar eso que existe entre las piernas de lo que sería un ser humano. En el caso de esta ánima se ha encontrado con un miembro vigoroso, sano, atrevido, que semeja a uno de esos corceles que deambulan libres por las pampa, juguetones, indómitos, firmes de carne y dispuestos a demostrar que son los dueños de la pradera.
Hacen movimientos circulares, lentos, tratando de encontrar la raíz de ese árbol, es una amazona que empieza a vibrar como nunca antes, y se da cuenta lo mucho que disfruta la sombra que tiene debajo de sus redondas y firmes nalgas. Ella que empezó siendo amenazada por esta ánima ahora se encuentra sobre ella.
La agitación aumenta, cada vez los ciclos son más vigorosos, ese leño que siente en su bosque se pone cada vez más erguido, la sangre pareciera que va a salir con una presión que hará gran alboroto. Paula ya no sabe que hacer, se ha toca ella, ha tocado a ese intruso. La respiración, en extraña paradoja, se ha ido retirando pese a que la ventana deja pasar cínicamente al aire nocturno.
Paula alcanza a contraer el cuerpo hacia dentro, como si apretara a esa bestia entre sus piernas, sus ojos empiezan a buscar algo en el techo, la respiración es más breve, más corta, menos intensa y de pronto, sin que desde luego ella misma se de cuenta cae.
La agitación con falta de aire no es buena combinación, pero esta sombra no tiene mayor recato, ha terminado con un miembro satisfecho y una dama desmayada, que tendida en la cama ha pasado de la excitación a la ternura del sueño inducido.
¿En qué momento llegó la mañana?, cuando quiso, ajena a los mandatos rigoristas del reloj. Paula se reincorpora, no tiene sentido saber en qué momento terminó todo, pero es un hecho que sí recuerda la agitación bien hasta antes de su último jadeo. El resto no tiene mayor explicación, la sombra continuó en la habitación y murió cuando la luz llegó. Nada más científico y más real.
Paula nota que su cuerpo está desnudo, pero eso no importa, nadie con moral se atrevería a entrar a fisgonear su cuerpo. Hay una sonrisa cómplice cuando se ve en el espejo, como si parte de la sombra se hubiera quedado dentro de ella. Ve el reloj y nota que son las ocho y cinco de la mañana, faltan 55 minutos para que las manecillas se vuelvan a encontrar, y reflexiona qué tan pocos minutos hay que esperar para que las manecillas se vuelvan a encontrar.
Las noches han seguido llegando, Paula actúa con normalidad, y es que ¿qué dama no apetece pasar una noche refrescante con sus ventanas abiertas?, más si no hay fisgones que pongan en peligro su soledad, aunque nadie ha notado la peculiar costumbre de prender una vela durante el inicio de la noche en sus horas más íntimas.
3 comentarios:
Carlos:
Me hiciste leer unos fragmentos (que seguramente completaré) de uno de los mas grandes literatos contemporáneos, aquel de las frases sin fin..., apodado Saramago.
Gracias.
No es que tomes exactamente el estereotipo de La Caverna, mas bien tomas la ideología del autor para mezclarlo con el misterio de los extraños pero exquisitos placeres del hombre -su soledad aparente-, me gustó bastante. A mi ver, otro escritor hubiera estado ansioso por dar a luz desde un principio el erotismo que encierras, sin embargo tu pluma, en extremo paciente no lo hace, en este caso no tuve problema para adaptarme a tu estilo.
Saludos,
Ahora sí, Maese: "2 de Octubre no se olvida" y es de erotismo caombativo. Celebro ese zoo-erotikon que llevas por dentro y lo liberas como un animal de zooloógico devuelto a la libertad después de tanto encierro, con paciencia, hasta que se ambientó a su nuevo hábitat. Sólo falta que pongas fecha, hora y lugar para celebrar tu renacer literario en compañía de los "Perros de Reserva".
Muchas gracias por tan amables e inmerecidos cumplidos. Que lo que atine a coordinar mi pluma siga siendo de su agrado, y desde luego que quedo a sus órdenes para que con la misma intensidad se denuncie lo que no cuadre, lo que no funcione. Cierto, ya concluyó un compromiso laboral muy serio, y me integro de nueva cuenta a estos caminos extensos, breves y divertidos de las letras. Claro que será un honor poder compartir con los Perros de la reserva literaria, faltaba más, nomás ténganme un poquito de paciencia, pues a veces te exigen trabajar, pero la paga e sun poco más relajada para la empresa.
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