lunes, 24 de septiembre de 2007

"El pacto es no enamorarse...


...la pasión, por definición, no puede durar”. Fue cuando Él se atrevió a perderle el respeto en el lago. Nadaban y volaban juntos a la misma hora, solo quedaban ellos dos después del advenimiento de su creación. Empezó como un juego de niños salpicándose agua y aventándose al lago una vez que alguno se atrevía a salir. Entonces ocurrió: la desnudó dentro del agua, pedazo a pedazo de piel, como si levantara la falda a la luna que los iluminaba en ese momento por el fiordo de la nada, casi a medianoche. Husmeó sus olores por toda la orografía de Ella, como un depredador que recién captura a su presa antes del banquete. En respuesta, Ella le correspondió lamiendo felinamente los sabores de su atlético cuerpo. Él, extasiado, le palpaba y saboreaba a lengüetazos sus naranjas duras, dulces; mordisqueó ensalibando los pezones erguidos, mientras Ella se aferraba con fuerzas a las nalgas carnosas y lampiñas de Él. Succionó con su boca el único cactus erecto en el desierto de su piel y sintió el néctar espeso, quemante, incendiando a su paso una lengua traviesa, primero, y unos labios temblorosos, después. Esa noche, se amaron frenéticamente con instinto animal. Juraron amarse al borde del peligro: sabiéndose inmersos en su precipicio amoroso, que ahora gozarían su carnalidad sin las prisas del corazón y sin tener testigos.


George Erawi (Mr. Blue)

3 comentarios:

Srta. Maquiavélica dijo...

wowoww me dejaste sin palabras¡¡¡¡¡¡muchas veces he dicho eso no enamorarse pero de tanto q lo he vivido hoy qtengo ganas de hacerlo no puedoooooooo ni tengo con quien jeje
besoss

Carlos López Praget dijo...

Me gusta tu relato. El sello que pones a la palabra deseo hace más atractivo el desarrollo. Creo que le das en el ounto clave en lo que se refiere a atreverse. Un éxito más de tu pluma.

Carlos López Praget dijo...

Ah, por cierto, que modestia de Maquiavélica, estoy seguro de que más que no tener, no ha de querer.