Pese a que la luz se ha extinguido, la sombra no se mueve con soltura, es más, permanece quieta ante Paula, ella se da cuenta que en el juego de misteriosos hechos la luna ha quedado descubierta por la nubes y por el ventanal entra placidamente a sus anchas los diferentes rayos que desean ser parte de la escena.
La sombra se acerca un poco más a Paula, se inclina un poco y empieza a oler a Paula, pero no de una manera ofensiva, es más bien como un contacto con la esencia, ahora en lugar de ser una sombra pareciera un fantasma que recuerda tiempos en los que tenía un cuerpo que bañar, perfumar, atender. Parece un acto de nostalgia.
Paula empieza a sentirse rara, no incómoda, a diferencia de la sombra que parece recordar algo, ella empieza a conocer nuevas emociones. Esto es agradable, no sabe qué es, no entiende como se dio, pero es una realidad que su pecho empieza a resultar insuficiente para recibir todo el aire que de pronto parece necesitar.
La sombra sigue oliendo su cabello, y también acerca lo que sería su rostro al de ella, Paula parece que cada vez se ahoga más, pero no se mueve del lugar en el que está, la ciencia algún día reconocerá su nombre como la primera mujer que logró un contacto cercano con un alma de la oscuridad que se sintió atrevida en un momento de su triste existencia.
Sin ningún tipo de recato, la sombra movió los brazos sobre la espalda de Paula. Ella se cimbró al notar que esas manos más que ser producto de un juego de luces eran sólidas, consistentes, manos que cubrían amplios territorios de su espalda. Paula tenía una respiración descontrolada en absoluto, estaba llegando a las fronteras del control y paseándose peligrosamente por las orillas de la locura.
Su pecho ya dejaba sentir y manifestar una tensión muy peculiar. Sus pechos estaban hinchados, excitables, el algodón que los recubría empezó a ser plácido, era tan solo unos centímetros lo que se paraba a eso pecho erguidos y cálidos de lo que debería ser el fornido pecho de esta sombra sensible.
En el nacimiento de las piernas Paula sentía que una bestia salvaje e insaciable por fin bajaba a la laguna y de manera desesperada se humedecía de los líquidos que calman cualquier ser. Esta bestia, que dormida por tantos años estuvo, de pronto reclamaba una sed terrible y que no había líquido que fuera capaz de saciar dicha desesperación. Paula juraría que por lo largo de sus piernas corrían un par de gotas de esa agua desconocida y enigmática.
El abrazo de este espectro en verdad que era intenso, apretó lo que debía, y aflojó lo suficiente. Paula notó también la respiración en su oreja. Era intensa, fuerte, como un búfalo excitado. Mayor fue su sorpresa cuando su lóbulo empezó a ser besado y recorrido por una lengua cálida, húmeda, áspera y notablemente incisiva. Supuso que era dulce. Paula trató de no peder la clama, pero estaba segura que en ningún tratado de ciencia se leía que las sombras tuvieran órganos internos.
Paula no dejó de sentir la oscuridad por el simple hecho de cerrar los ojos. El masaje de esa lengua era algo novedoso y en extremo satisfactorio como para mantener la vista atenta. Por momentos sintió que su resistencia flaqueaba y dejaba reposar su cuerpo en la sombra, asunto cuestionable, pues nada aseguraba que la solidez de esos brazos de espectro sería permanente y soportable de la masa humana.
Pero eso no la mantuvo por mucho tiempo angustiada, pues esa sombra recorrió sus brazos y sin avisar ni dar tiempo cargó a Paula y empezó a caminar. Ella quiso salir de su curiosidad y no tuvo más que asirse a lo que sería su cuello. Este, en proporción a lo que sintió en sus brazos, también era fuerte, marcado, listo para soportar el trabajo más rudo.
Paula salió caminando de su cama y llegó en brazos de una sombra. Nadie en su sano juicio tiene que creer algo así, pero no deja se ser una idea seductora. El asunto no queda ahí, la sombra no quita eso que deben ser sus manos del cuerpo de Paula, ni ella se conforma con tocar solo un cuello. Así como empezó a oler y abrazar a la mujer, la sombra ha iniciado un recorrido por el cuerpo de la inexplorada mujer.
La sombra se acerca un poco más a Paula, se inclina un poco y empieza a oler a Paula, pero no de una manera ofensiva, es más bien como un contacto con la esencia, ahora en lugar de ser una sombra pareciera un fantasma que recuerda tiempos en los que tenía un cuerpo que bañar, perfumar, atender. Parece un acto de nostalgia.
Paula empieza a sentirse rara, no incómoda, a diferencia de la sombra que parece recordar algo, ella empieza a conocer nuevas emociones. Esto es agradable, no sabe qué es, no entiende como se dio, pero es una realidad que su pecho empieza a resultar insuficiente para recibir todo el aire que de pronto parece necesitar.
La sombra sigue oliendo su cabello, y también acerca lo que sería su rostro al de ella, Paula parece que cada vez se ahoga más, pero no se mueve del lugar en el que está, la ciencia algún día reconocerá su nombre como la primera mujer que logró un contacto cercano con un alma de la oscuridad que se sintió atrevida en un momento de su triste existencia.
Sin ningún tipo de recato, la sombra movió los brazos sobre la espalda de Paula. Ella se cimbró al notar que esas manos más que ser producto de un juego de luces eran sólidas, consistentes, manos que cubrían amplios territorios de su espalda. Paula tenía una respiración descontrolada en absoluto, estaba llegando a las fronteras del control y paseándose peligrosamente por las orillas de la locura.
Su pecho ya dejaba sentir y manifestar una tensión muy peculiar. Sus pechos estaban hinchados, excitables, el algodón que los recubría empezó a ser plácido, era tan solo unos centímetros lo que se paraba a eso pecho erguidos y cálidos de lo que debería ser el fornido pecho de esta sombra sensible.
En el nacimiento de las piernas Paula sentía que una bestia salvaje e insaciable por fin bajaba a la laguna y de manera desesperada se humedecía de los líquidos que calman cualquier ser. Esta bestia, que dormida por tantos años estuvo, de pronto reclamaba una sed terrible y que no había líquido que fuera capaz de saciar dicha desesperación. Paula juraría que por lo largo de sus piernas corrían un par de gotas de esa agua desconocida y enigmática.
El abrazo de este espectro en verdad que era intenso, apretó lo que debía, y aflojó lo suficiente. Paula notó también la respiración en su oreja. Era intensa, fuerte, como un búfalo excitado. Mayor fue su sorpresa cuando su lóbulo empezó a ser besado y recorrido por una lengua cálida, húmeda, áspera y notablemente incisiva. Supuso que era dulce. Paula trató de no peder la clama, pero estaba segura que en ningún tratado de ciencia se leía que las sombras tuvieran órganos internos.
Paula no dejó de sentir la oscuridad por el simple hecho de cerrar los ojos. El masaje de esa lengua era algo novedoso y en extremo satisfactorio como para mantener la vista atenta. Por momentos sintió que su resistencia flaqueaba y dejaba reposar su cuerpo en la sombra, asunto cuestionable, pues nada aseguraba que la solidez de esos brazos de espectro sería permanente y soportable de la masa humana.
Pero eso no la mantuvo por mucho tiempo angustiada, pues esa sombra recorrió sus brazos y sin avisar ni dar tiempo cargó a Paula y empezó a caminar. Ella quiso salir de su curiosidad y no tuvo más que asirse a lo que sería su cuello. Este, en proporción a lo que sintió en sus brazos, también era fuerte, marcado, listo para soportar el trabajo más rudo.
Paula salió caminando de su cama y llegó en brazos de una sombra. Nadie en su sano juicio tiene que creer algo así, pero no deja se ser una idea seductora. El asunto no queda ahí, la sombra no quita eso que deben ser sus manos del cuerpo de Paula, ni ella se conforma con tocar solo un cuello. Así como empezó a oler y abrazar a la mujer, la sombra ha iniciado un recorrido por el cuerpo de la inexplorada mujer.
Paula siente esas aparentes manos por todo su pecho y abdomen. Se siente bien, cálido, intenso, con suavidad pero revelando que son manos que también han experimentado en instrumentos de trabajo. No son suaves, es cierto, ¿pero a que mujer le gusta que la toquen manos más suaves que las suyas, por muy sombra que sea esta?
La sombra inspecciona, desde el lugar en que está Paula solo puede ver que la cabeza ha dejado de observarla y ahora es su cuerpo, ahora solo ve entre sus pechos a una masa de cabellos que está plantada en su vientre, es un cabello largo, ondulado y se siente maravilloso cada vez que se agita porque llama a su cuerpo a tensarse. Todo en Paula es excitación, aprieta sus piernas, sus pies están en punta, quien no sepa nada de los misterios del cuerpo diría que está luchando la ingenia mujer de no morir asfixiada.
Pero la sombra no se contiene. Paula creía estar en pleno placer cuando de pronto la respiración que sintió en su oreja y la hizo estremecerse la siente justo donde nace su selva púbica. Como una auténtica descarga eléctrica que tuvo que contener con los dientes y los labios, Paula conoció un temblor cálido con sudor frío, no encontró mayor apoyo que apretar con toda su femenina fuerza la almohada, la sábana o lo que encontrara, eso sin contar el arqueo de su espalada que solo en libros de anatomía vio.
La sombra continuó explorando cada vez más curiosas, como tratando de llegar a la causa última de lo que alguna vez conoció y trata de recordar. Su boca se abre, aspira, busca, humedece, su lengua taladra, empalma contra los labios, contra los dientes, embiste una y otra vez, ritmo que de inmediato, por instinto Paula sigue. Paula jamás había sudado. Paula jamás se había agitado. Paula jamás se había contorsionado.
Paula empezó a tomar con sus manos a esa cabeza de cabello largo y abundante, en tanto las sombras terminaba de inspeccionar el cuerpo de Paula, la conquista de sus tobillos por parte de esas manos firmes era el fin de la exploración, el fin de ese Colón que por esa noche se lanzó a la oscuridad a confirmar que el cuerpo femenino puede ser excitado.
Lo que inició con atrevimiento concluyó con un regreso sereno, calmado, son seguridad de conocer el terreno recorrido previamente. Su rostro de nuevo estuvo cerca de Paula, y fue el momento de respiro, de mirarse en la agitación que no deja ver nada y tomar aire por tan intensa expedición.
Paula empieza a tocar y definir un rostro, es curioso, pero es posible que una sombra, de tanto buscar figuras humanas empiece a mutarse en un ser humano. Eso es lo que toca, y lo encuentra placentero, agradable, también se da su tiempo para inspeccionar lo que sería su cuerpo y ya a estas alturas ni se inmuta que sienta lo que serían músculos de abdomen y un pecho que está tan firme que perecería el de un hombre normal que no pasa de los 30 años.
Paula se adentra en su investigación, lo toca todo, cuello, pecho abdomen, piernas, muslos, se ha vuelto esta investigación en un manantial de sorpresas, pero ella no se detiene, aprieta y constata que esta sombra escapa a todo promedio de conocimiento.
La sombra inspecciona, desde el lugar en que está Paula solo puede ver que la cabeza ha dejado de observarla y ahora es su cuerpo, ahora solo ve entre sus pechos a una masa de cabellos que está plantada en su vientre, es un cabello largo, ondulado y se siente maravilloso cada vez que se agita porque llama a su cuerpo a tensarse. Todo en Paula es excitación, aprieta sus piernas, sus pies están en punta, quien no sepa nada de los misterios del cuerpo diría que está luchando la ingenia mujer de no morir asfixiada.
Pero la sombra no se contiene. Paula creía estar en pleno placer cuando de pronto la respiración que sintió en su oreja y la hizo estremecerse la siente justo donde nace su selva púbica. Como una auténtica descarga eléctrica que tuvo que contener con los dientes y los labios, Paula conoció un temblor cálido con sudor frío, no encontró mayor apoyo que apretar con toda su femenina fuerza la almohada, la sábana o lo que encontrara, eso sin contar el arqueo de su espalada que solo en libros de anatomía vio.
La sombra continuó explorando cada vez más curiosas, como tratando de llegar a la causa última de lo que alguna vez conoció y trata de recordar. Su boca se abre, aspira, busca, humedece, su lengua taladra, empalma contra los labios, contra los dientes, embiste una y otra vez, ritmo que de inmediato, por instinto Paula sigue. Paula jamás había sudado. Paula jamás se había agitado. Paula jamás se había contorsionado.
Paula empezó a tomar con sus manos a esa cabeza de cabello largo y abundante, en tanto las sombras terminaba de inspeccionar el cuerpo de Paula, la conquista de sus tobillos por parte de esas manos firmes era el fin de la exploración, el fin de ese Colón que por esa noche se lanzó a la oscuridad a confirmar que el cuerpo femenino puede ser excitado.
Lo que inició con atrevimiento concluyó con un regreso sereno, calmado, son seguridad de conocer el terreno recorrido previamente. Su rostro de nuevo estuvo cerca de Paula, y fue el momento de respiro, de mirarse en la agitación que no deja ver nada y tomar aire por tan intensa expedición.
Paula empieza a tocar y definir un rostro, es curioso, pero es posible que una sombra, de tanto buscar figuras humanas empiece a mutarse en un ser humano. Eso es lo que toca, y lo encuentra placentero, agradable, también se da su tiempo para inspeccionar lo que sería su cuerpo y ya a estas alturas ni se inmuta que sienta lo que serían músculos de abdomen y un pecho que está tan firme que perecería el de un hombre normal que no pasa de los 30 años.
Paula se adentra en su investigación, lo toca todo, cuello, pecho abdomen, piernas, muslos, se ha vuelto esta investigación en un manantial de sorpresas, pero ella no se detiene, aprieta y constata que esta sombra escapa a todo promedio de conocimiento.
5 comentarios:
¿Como estuvo?, sin duda cambias el rumbo de la primera entrega a la segunda, lo erotico emana de la necesidad de Paula por encontrar, por buscar en lo desconocido, y le das un toque de fantasia, que interesante.
Lo resumo como simbolismo de los placeres que nos deja el indagar en algo nunca antes visto, algo interesante y misterioso; revolucionado mil veces por tu imaginación.
En lo personal, me gustó bastante tu cuento (por la interpretación que le dí, quizas no sea, después me diras).
¿no creo que haya tercera entrega verdad? jaja,
Saludos
Ah, mi querido fidi 23, claro que hay una tercera parte, sólo te piudo paciencia, pues hay que darle unos toquecitos para que no quede tan mal, ja. Te agradezco tus comentarios, me gusta el camino que estás tomando en tu argumentacón, sigue ese camino amarillo (que chafa) y pronto vas a llegar a los lugares que quieres estar.
Parece que ya la traen personal entre fidi23 y Mr. Brown, yo les digo: ¡Mejor déjense de boludeces! o váyanse al rincón de una cantina a contarse sus "cositas", ahí si van a encontrar más simbolismos que una pintura de Paul Klee o de Miró.
Simplemente es un impecable relato donde las frases caen como las cascadas del Iguazú (nótese el simbolismo, ¡je,je,je!).
Gracias por el amable comentario. La explicación es sencilla, fidi es un alumno que tengo y que se ha expresado más que complacido con este espacio que estamos reinventando cada día. Es un muchacho aventajado, con ganas de aprender, de leer, incluso de aplicar lo que ve en la escuela, ¿no es acaso lo que siempre esperamos de nuestros pequeños saltamontes? Que bueno que te guste el relato, en breve viene la tercera y última parte.
En esta tarde lluviosa sin rastro de sol, con un tabaco americano de excelente calidad en la mano y dispuesto a leer la III parte, me encuentro con nada...
jajaja no es cierto, aceptable porque esta calificando exámenes (aja...) sea complaciente con sus alumnos, usted mismo ha dicho que un examen no dice muchas cosas de la realidad,
saludos
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