lunes, 24 de septiembre de 2007

A la espera de la sombra I

Paula hasta el día de hoy es una de las señoritas más nobles de este poblado que puede estar en un lugar que dentro de 150 años será llamado Mar del Plata, nombre idóneo donde la virtud y las buenas costumbres habían encontrado acomodo.
Quiso el destino y las circunstancias, pues todos sabemos lo caprichosa que es la suerte, que esa fuera una noche más oscura de lo normal, pese a que había un viento consistente no se puede decir que se tratara de una tormenta.
En la habitación de Paula hay un reloj de péndulo, que con movimiento insistente va y viene con ese tic tac eterno, hueco, insípido, pero que es el preludio para que las manecillas se reúnan, segundo a segundo, las manecillas en un perfecto y sincronizado juego de seducción se alcanzan. El minutero impaciente se acerca a la hora y ésta coqueta e inocente se aleja, asegurándose de no ser lo suficientemente rápida como para no ser alcanzada. Es un juego que se torna emocionante por 60 minutos.
Paula está sola, su única compañía es la sombra que proyectan las velas, sombras inocentes, aunque en los tiempos que se viven no se puede saber el tipo de costumbres que tienen las sombras, hay quien asegura que se divierten mucho subiendo por la paredes hasta ser partidas a la mitad por el techo, quién sabe qué placer misterioso encuentren en ello, otros aseguran que les gusta inspeccionar el cuerpo de quien descansa en la habitación que han elegido, desde luego que nadie lo puede corroborar, pero tampoco hay quien lo niegue rotundamente.
Paula ha pasado algún rato en esa su habitación, sabemos que hay viento y eso la puso en la duda si cerrar o no el ventanal. El vaivén de la flama de la vela se ha convertido en una especie de medidor de la intensidad del viento. Parece que la delgada aguja luminosa va y viene en un juego extraño de resistencia y complicidad. Pareciera que en la habitación de Paula las sombras y las velas tienen licencia para distraerse.
El cuerpo de Paula es delgado, fino, sencillo, pero muy grato a la vista, y si decimos que luce grato a la vista es lo más sencillo que se puede decir; no ha habido en estos 21 años mano que profane la porcelana de su cuello, la firmeza de sus brazos, ausentes de músculos groseros, de unas piernas que en su estado natural lucen largas, firmes, con un torneado exquisito.
Su cabello negro es largo, cae de modo muy natural sobre sus hombros, en realidad parece respirar una vez que ha soltado la rigidez del peinado que toda mujer decente tiene en este lugar. Tan siquiera pensar en la posibilidad de lucir con cabello suelto en el balcón le molesta e irrita.
De pronto su descanso intermedio se ve frenado por un ruido que no es el viento. Súbitamente los ojos sea alertan, y si las pupilas no se dilatan más es por la raquítica luz que sigue su juego con el viento. Paula se yergue sobre sí, no podemos hablar que esté asustada, simplemente es el reflejo de quien de pronto es sorprendido por un ruido en la oscuridad.
Paula piensa por un momento en la posibilidad de que una sombra errante busque un poco de cobijo en una noche así, pues también se sabe que llega un momento en que las sombras desean encontrar algún rincón oscuro que les de cabida. La gente sabe que no es muy grande o molesto el lugar que ocupa una sombra, ¿pero qué necesidad tiene una dama decente de tener que soportar a un inquilino en sus habitaciones?
Paula sabe que no es nada, pero la inteligencia femenina dice que debe defender lo propio de una dama decente y que será recordada por su prudencia cuando este lugar se llame Mar del Plata. Sin pensarlo dos veces se levanta de la cama, desde luego que del lado derecho, hacerlo del lado izquierdo es invocar a la mala suerte, y también es conocido que la superstición atrae a la desdicha.
Paula ya está levantada de su lecho, y como es una misión inmediata de inspección, no se detiene ante nada, es un arrebato de audacia permite que sus pies sean besados por la alfombra suave y lanuda que hay en su habitación.

Por unos instantes permanece parada en silencio frente a la ventana, quizás se encuentre a unos 5 metros, la habitación es amplia, como debe vivir la gente decente de estos tiempos, nada que ver con casas que en algún momento serán auténticas trampas, incluso para una sombra.
Por fin se rompe la angustia y camina un par de pasos, lentos, majestuosos, con una parcimonia digna de una reina, pero se ven frenados al escuchar de nuevo ese ruido que ahora se escucha más cerca. Paula ha tomado la vela y la ha acercado a su rostro, como si un templario acercara con mayor fiereza su espada a su pecho para lanzar una carga contra el infiel.
Su mirada es atenta a la ventana, y es justo en esos momentos en que por el lado derecho de la ventana, justo en la frontera de la cortina, se ve lo que en un momento parecía una mera ficción. Se trata de una sombra que poco a poco se ha adueñado del balcón. Sin duda que la osadía de esta sombra es inaudita, no esperó la madrugada para hacer acto de presencia.
Paula está segura que su vela encendida será suficiente para frenar a esta ánima que no sabe de modales, pero no quiere pasar por descortés, así que se queda muy quieta, fija al suelo, no avanza. Ella sabe que una sombra por más inquieta que sea no gusta de la luz, luz que arrebata definición a la sombra, que le quita seguridad, que la vuelve menos que un suspiro de amante solitario.
Unos instantes desafiantes ocurren. Cada uno de los guerreros se mantiene en su posición. La dama con su aura de luz está en el interior de la habitación, la sombra, fiel a su dogma, se esconde en las esquinas poco alumbradas.
La calma se rompe justo cuando el viento es más intenso la sombra empieza su deslizar. Sobre esto hay dos posibilidades: la sombra es impulsada por el viento, o bien, la vela he bajado su intensidad ante la autoridad del viento y esta sombra ha cobrado confianza ante la circunstancia.
La sombra ha terminado su recorrido, está junto a ella, pese a que se sabe que las sombras no tienen orden en su cuerpo porque tan solo producto de la luz contra un cuerpo, no resiste la curiosidad de voltear a lo que se pudiera considerar como su cara.

Para sorpresa de Paula, la sombra levanta lo que sería su mano y toma el candelabro de su vela. Ella ya no es ella, y en cierto sentido está empezando a conocer con mayor detalle la naturaleza de las sombras, podrá decir cualquier día con autoridad “no hay que temer por una sombra cualquiera, pero sí hay que tener respeto ante las que no se conforman con su destino y tratan de acercarse a las personas para buscar entender nuestra naturaleza”.
La sombra ha tomado el candelabro y para completar las novedades sopla sobre la flama que en un instante se desvanece, la flama ha llegado a su fin, de ella nadie se acordará y quedará la idea de que mas le valió haber disfrutado la vida, pues en el lugar en que está no puede hacer nada por remediar las cosas.

5 comentarios:

La Ruta de los Olvidos dijo...

¡Bienvenido el uso espontáneo que sale del alma para escribir! Espero que no caigas en tentación de meter al blog a autores con cierto reconocimiento, si no es que consagrados. Pretendemos más arte, más creatividad propia: más Marcel Marceau, más Pavarotti y menos Adal Ramones y RBD. Tu prosa fluye como una sombra que cubre el cuerpo de Paula. ¿Te acuerdas de "El lado scuro del corazón" de Subiela? Tus elevadas imágenes me hicieron recordar aquella película. ¿Ya se comunicó contigo Mr. Pink? Nos vamos a ver este sábado, a ti te toca poner el lugar y la hora.

Carlos López Praget dijo...

Mi estimado, me complace que te agrade esta primera entrega del relato, confío en que lo que sigue te agradará más, por cierto, relato inspirado en la prosa del maese Saramago. Puedes estar seguro que por ningún motivo pretendo acorrientar este sitio con el plástico al que haces mención, es más, en caso de estar siendo tentado, por favor, denuncia, y si reincido, cuestiona mi presencia este el talento que que rige este espacio. Me gustará disponer del privilegio de este sábado, pero voy a estar estas dos semanas calificando exámenes de Ceneval, y justo en fin de semana se pone muy bueno. Sé de su comprensión, y para el futuro espero corresponder a sus finas atenciones.

Fidi23 dijo...

Que tal Carlos, orale esta bueno el cuento, me gusta como le das sentido a la sombra de Paula, sobre todo me dejó en suspenso que dices que en el futuro será ese lugar Mar del Plata, ¿tiene que ver con la bella y cultural ciudad argentina? o ¿será que acabo de escribir semejante tonteria?

Vi que ya pusiste la segunda parte, ahora la leo a ver que tal.

Carlos López Praget dijo...

Mar del Plata es un nombre que se hace muy melódico, como para que ocurra eso, o algo más, no sé, es dejar a veces que la pluma juegue en el papel y luego de pronto dejarse soprender con el clásico ¿yo escribí eso?

Salvatore dijo...

Es padre leerte. Aunque a veces me cuesta un poco de trabajo de leerte, no porque esté mal escrito lo que subes, sino por los colores de la tipografía que pones. Y es que con eso que parezco topo, me cuesta trabajo leer lo que está en colores muy brillantes.
Me da gusto ver que la maestría no sólo la obtuviste en UNITEC, sino también en la escritura.
Me da mucho gusto que subas en este espacio tus relatos. Me gustó este primera aproximación al personaje de Paula. Leeré con calma las otras dos partes, y también dejaré ahí mis comentarios.
Un abrazo.