domingo, 30 de diciembre de 2007

Se nos fue el año del cerdo


Pues sí, los chinos dijeron que este año rector era del cerdo, y si mal no recuerdo explicaron que es un año complicado, difícil de inestabilidad, bueno, que ni está para casarse (¿nos estarán cotorreando los chinos?), como sea, este 2007 está expirando, y nadie puede datener esto.


Lo que deseo es aprovechar el momento para poner en este espacio la escencia misma del blog, es decir, estoy escribiendo a la primera, sin borrador, sin reorizar, sin pensar en métáforas, en hipérboles, sólo estoy escibiendo lo que surge del teclado, por lo que no me sorprendería que fuera infinitamente superior a lo que trato de armar cuando me pongo a "pensarles".


Es posible que este año no haya salido todo como se pensaba, desde luego que también tuvo sus sopresas, lo que sí quiero decir es que agradezco profundamente la oportunidad de estar a su lado en este ciberespacio, por haber posido estar a su lado en los pasillo de una universidad (si no se ha podido más es por la brillante direción del barco, ustedes captan el sarcasmo), por los momentos en que pudimos alzar un vaso de cerveza y brindar, y al calor de la botana quejarnos, reirnos, hacer teoría, dicutir las cosas más tontas del planeta, pero a final de cuentas salir fortalecidos.


Mis queridos amigos, sé muy bien que disto mucho de ser el más ejemplar de los cuates, pero bien saben que aprecio su amistad, sus estilos de ver la vida, de hacer ideas, de soltar sus manos en el teclado, de no estar conformes con lo que se ha logrado, de tener idaes que aún ni siquiera tienen orden, pero que saldrán algíun día, donde seguimos esperando el día en que un alumno nos diga: Me gustó la postura del último libro que nos dejó, pero sentí que el dilema no está explicado con la fortaelza, siento que la tesis puede dar más en cuanto a los motivos del protagonista y sus antagonitas. Por expresiones así es que bien vale la pena estar seguir adelante.


Mis queridos amigos, la mejor de las fortunas para este año que se avecina, que haya abundancia, proyectos, suerte, salud, amor, tiempo, soledad, compañía, de todo lo que hace a la vida única y maravillosa.


Y termino como finalizaban las cartitas mandadas a tío Gamboín: Disculpa mis faltas de ortografía.


PD. ¿A poco no está linda la chica que adorna mi entrada?

martes, 13 de noviembre de 2007

¿Por qué no te callas?

Rompiendo un tanto las inercias, en esta ocasión deseo plantear un tema político o de sentido común, que no por fuerza van ligados para desgracia de las repúblicas bananeras que habitamos.

“¿Por qué no te callas?” reclamó el rey Juan Carlos al siempre fino, atento y respetuoso de “sus” formas Hugo Chávez. Lo que motivo una especie de escaramuza diplomática entre divertida y penosa entre las élites de Latinoamérica. El origen de todo fue el respetuoso Chávez denominó a José María Aznar, ex presidente español, como fascista por su participación en la invasión a Irak (vamos, querer participar del negocio y otra ser fascista).

No trato de defender al principal promotor del voto de Felipe Calderón, es más, no me importa qué sea de su vida, pero ocurre que en los códigos de las élites, si hay algo de lo que se cuidan es de señalarse a ellos mismos. Supongo eso no entra en los códigos de Hugo Chávez que de nueva cuenta trata de mostrar al mundo lo claro y preciso de su concepto de verdad, supongo que así de furibundo habra sido para señalar a los sujetos que balearon a estudiantes que se oponen a sus reformas de Estado. Como sea, ese tipo de cosas no es lo que me mueve a reflexionar en esto.

En una posterior conferencia de prensa Zapatero, presidente actual de España, aseguró que no estaba dispuesto a permitir que a un ciudadano español, por más rival o adversario que fuera de él, se le insultara, pues da la casualiad que ante todo es un compatriota.

¿Esto a que viene?, a que hace no más de 35 años España estaba sumida en una dictadura, sin instituciones democráticas, con reglas y situaciones de miedo e incertidumbre, vamos, para acabar pronto, tan fregado estaba el pueblo español como nosotros. ¿Qué ha pasado en 35 años?, bueno que España se ha consolidado y nosotros seguimos teorizando el tipo de país que se supondría, queremos ser.

No defiendo a nadie, pero lo que me queda claro es que la respuesta de Zapatero suena distante en discurso, y más en práctica que conocemos, donde la única unidad que tenemos como mexicanos es tumbar al que está arriba, donde no hay principios de identidad, más bien de servirse del poder y del recurso.

Sí, ahora el asunto de no es literatura, es de conciencia. Me llamó la atención cómo un jefe de Estado se comporta y defiende su identidad, y no se dobla ante otro. ¿Será acaso que por allá en España se tiene el manual de qué se hace o de qué no se hace?, ¿habrá que llamar a Hugo Chávez un peligro para España?, ¿Los españoles le llamaran chachalaca al Fidel región 4?, ¿en el peor de los escenarios, se pondrá Chávez a cantar un chotís o se unirá a una grupo de "cantaores" para cobrar venganza en Joaquón Cortés?, quién puede saber lo que ocurrirá, lo que no me queda la duda es qué divertidas son las élites cuando se rompen sus códigos.



PD1. ¿A poco creen que consideré poner una foto de Hugo Chávez en lugar de la imagen de la nena que adorna mi texto?



PD2. Una sincera disculpa para la todos los perros de reserva, la semana pasada estuvo sin pila mi teléfono, acabo de ver sus mensajes, y por si fuera poco, no pude estar pendiente de los mensajes. Quedo en deuda con tan refinada y selecta comunidad.

lunes, 5 de noviembre de 2007

La brecha carmín


Suave gota de miel son tus labios

que por mi cuello marcado escurren,

surco como brecha de carmín

en mi suspiro se ahoga tu gemido.



Como lienzo de aroma rubí eres.

Sangre y vena soy de tu beso,

por mi frente corres y mi aliento mojas

con saliba que hiere mis labios secos.



Libre mi verso lame dolorido

en sábanas maltechas tu ausencia.

miércoles, 31 de octubre de 2007

El terreno virgen


Me encanta que no sepas nada, que poco te interese, que sea tan amplio tu horizonte y sea yo el que lo llena. Pasar la lista es una oportunidad de gritar con sigilo tu nombre, es cruzar la mirada en complicidad que los demás suponen, pero que no conocen de fondo.

Me encantan las locuras frescas de tu risa, del ansia con que consumes dulces y tu cuerpo parece ignorarlo. Eres la gran paradoja con tus cuadernos con figuritas infantiles, y sin embargo eres una ninfa que exquisita ha venido a darle luz a mi existencia, que devora mis besos, que acepta mis caricias, que vibra en lo que hasta hace poco era piel virgen. Soy pizarrón y tu tiza de colores, lo iluminas todo, remarcas, rompes esquemas y me dejas en cada lance con el aroma de tu mano sobre mi sombra.

Eres pretendida, acosada, por esa tropa de niños que creen saber del amor; y juegas con ellos, haces promesas, les muestras detalles de sensualidad que lejos de preocuparme me divierten, me ilusionan, pues ese encanto lo conozco, porque esos besos de sabor grosella los he paladeado, porque tu aliento de de cereza endulza mis ratos libres y nuestros momentos de soledad negada en las aulas.

Y qué se puede comparar cuando hemos enfrentado y cuestionado al extraño mundo de una cafetería, donde las damas nos ven con desdén, con molestia con hipócritas valores, y de los hombres, de quienes huelo su envidia y su curiosidad, tod barnizado de admiración. Eres mi inspiración a la locura, a lo que no debería ser, aunque nadie haya dicho de dónde viene la regla. Eres mi Lolita, eres fuego, eres niña, eres mujer, eres el sonido de la campana en medio de la nada, eres la insolencia cubierta de miedo y respeto, eres tú.

No tiene caso pensar si fue tu encanto que me cautivo y lo que tú ves en mí, sólo es el tiempo que ha pasado, es un aprendizaje donde tú has aprendido a no ser tan nila,y yo a dejar de ser tan adulto.

Compartimos eso que se aprende por primera vez, eso que nadie más conocerá. Nos hemos gozado, nos hemos liberado, nos hemos frenado, hemos estado en medio de todos, hemos estado apartados de todos; nos conocemos, y jugamos a desconocernos a cada día, para así poder disfrutar todo desde el principio.

jueves, 25 de octubre de 2007

Yo admiro a:




Yo admiro profundamente a The Beatles por transformar el mundo con un mensaje sencillo: el amor. Yo admiro profundamente a las pornstars por su desinhibición absoluta. Yo admiro profundamente a los Grandes Maestros de ajedrez, que entran doce horas diarias y pueden jugar una partida por más de 7 horas.




Yo admiro profundamente a Raphael, por tener tanta fe en sí mismo y su trabajo. Yo admiro profundamente a los maestros que conforman este blog, porque siguen dando muy buenas clases, a pesar de sus pésimos alumnos (o quizá gracias a ellos). Yo admiro profundamente a las chicas que están bien buenas, y son bien brutas, porque no han alcanzado, ni es necesario que lo hagan, reflexiones filosóficas trascendentes. Yo admiro profundamente a Cantinflas porque supo encarnar la imagen del pelado (arquetipo del mexicano, según Roger Bartra) como ninguno.



Yo admiro profundamente a los editores que no saben nada de periodismo, literatura o lenguaje, pero ganan un billete por hacerles la vida de cuadritos a sus colaboradores y pueden pasar más de una tarde discutiendo si una coma aquí o allá cambian la morfología semántica de la oración, haciéndola menos eficaz. Yo admiro profundamente a la gente que no se preocupa nunca por nada. Absolutamente por nada, ni siquiera su propia muerte les inquieta. Yo admiro profundamente a el que inventó los tacos al pastor. Yo admiro profundamente a los músicos que con cualquier sonido hacen una rola. Yo admiro profundamente a Paul McCartney por no dormirse en sus laureles y seguir activo, cuarenta años después de los Beatles. Yo admiro profundamente a los escritores que profundizan en el alma del ser humano.



Yo admiro profundamente a los escritores de best-sellers que pueden escribir hasta cuatro libros más grandes que la Biblia, sólo para exponer los temas más infames, pero eso sí, más divertidos. Yo admiro profundamente a las personas que pueden leer "Eso" de Stephen King de una sola sentada, mientras platican por teléfono con su ex. Yo admiro profundamente a los que escriben y escriben sólo para ellos; y que están plenamente convencidos que la literatura que generan es sólo un hobby. Yo admiro profundamente a toda persona que se convence que tiene algún talento para el arte, se dedica a ello, gana millones y es muy feliz. Yo admiro profundamente a casi todos los mexicanos, porque a pesar de tanta chingadera vivida, o quizá por eso, seguimos siendo una raza principalmente alegre y dicharachera. Yo admiro profundamente a Carlos Fuentes por su visión del tiempo mexicano y su trascendencia en la Historia de la Humanidad. Yo admiro profundamente a los editores de revistas para caballeros, porque se la pasan tomándoles fotos a mujeres de muy buen ver con poca, o de plano nada de ropa, ¡y encima les pagan! Yo admiro profundamente a los bomberos, taxistas nocturnos y personal de la Compañía de Luz y Fuerza, porque se la juegan literalmente día a día, para que este país funcione. Yo admiro profundamente a todos aquellos que dicen: "me conseguiré un buen empleo, una mujer guapa, un buen paquete de viaje, y una casa en una buena colonia", y van y lo obtienen. Yo admiro profundamente a las mujeres fatales que no conocen un "NO" por respuesta. Yo admiro profundamente a lo que escriben en un chorro de blogs, y en todos lo hacen con cierta fortuna. Finalmente, admiro a todo aquel que haya tenido la ociosidad de leer este texto.

martes, 9 de octubre de 2007

¡Persiguiendo mi sueño, weeeey!

Para todos los que hemos abrazado la docencia, me refiero con gusto no mientras sale un trabajo “mejor”, de verdad que podemos enfrentar cualquier reto, entender al concepto más complicado, a la teoría más extraña, a esos textos que parece que sólo fueron hecho para vanidad del autor y de sus tres lectores (y que curiosamente son los libros más caros), pero, ¿qué se puede hacer ante una mente cerrada?

Hay que aceptarlo, normalmente cuando somos estudiantes la mejor ley es la del mínimo esfuerzo, la calidad del maestro puede ser directamente proporcional a la manera en que me dice todo, donde el alumno recibe la instrucción de qué anotar y qué no anotar, qué subrayar, qué resaltar, vamos, y si se puede el tipo de preguntas y el orden que tendrán en el examen, pues de mayor calidad es el maestro. Siendo honesto, me pregunto si de maestro pagas esas que de joven hiciste con tanto cinismo.

¿Qué puede hacer un maestro que acostumbra poner lecturas, a que el estudiante diseñe esquemas y los explique, respondonda a un cuestionario sobre lo que se encargó leer, incluso se encarga leer, si se hacen preguntas de contexto que viene relacionadas con el tema? En la escala del mínimo esfuerzo, el maestro es complicado, el maestro, seguramente, es malo.

Me parece puede ser fácil hallarse en este dilema: ser bueno (es decir, dar la clase) o ser malo (pedir que el alumno desarrolle su propio pensamiento). Claro, no hablo de todos los alumnos. Voy a dar un perfil de un estudiante que continuamente ve a un maestro como malo: acostumbra llegar tarde, cuando llega; siempre tiene un audífono de su “ipod” (lo ideal son los dos) permanentemente en la oreja; en su mano derecha tiene su celular como si fuera rosario (si no está en la derecha es que es zurdo); normalmente sus expresiones son “deme chance” y “perdón”; curiosamente siempre está desvelado (por tanto trabajar); y como si fuera poco, cuando entra en polémica con su maestro sobre, por ejemplo, salidas al baño cada 20 minutos, dice categórico “qué tiene, estoy en la carrera, y si entro o no es lo de menos, pues ya soy adulto”.

Me pregunto, ¿para eso sirve ser adulto?, qué clase de educación, de experiencias previas, de carga emocional tiene una persona que sólo se guía con su único y personalísimo modelo de vida (de ética si se quiere ver purista), donde pareciera que ser adulto es hacer lo que se quiera, lo que se guste, sin ningún tipo de freno a sus ansias y deseos; en pocas palabras, valiéndole madre si molesta o no al maestro (o a la clase), pero eso sí, con la piel tan sensible que se enoja si se le llama la atención y se le pide, en el colmo de la desfachatez, que ponga atención a la clase.

¿Acaso un maestro es malo por el hecho de dejar una lectura que con ayuda de un diccionario y digamos veinte minutos de lectura concentrada se puede descifrar?, ¿un maestro es malo porque no aprueba la idea de hacer un proyecto de investigación planeado en cinco minutos?, ¿ser adulto significa que no tengo límite ni respeto por el lugar donde estoy?

En fin, estoy seguro que hasta que el mundo llegue a su fin, es decir, cuando el calentamiento global sea irreversible, estos problemas continuarán. Mis pregunta de reflexión para la comunidad son las siguientes: ¿Así eramos nosotros hace pocos años?, ¿por qué tan tristes comportamientos si partimos del hecho de que una gran mayoría de estudiantes se encuentran en el lugar y en la especialidad que ellos mismos eligieron?, ¿acaso son también chicos que van persiguiendo su sueño, weeeey?

martes, 2 de octubre de 2007

A la espera de la sombra III

La sombra ya también se ha dado el soberbio arte de aportar su deseo de enseñar, y ha dado largos e intensos besos al rostro de Paula, su boca también ha comprobado el uso magistral de eso que se llama lengua. Le excita la idea de sentir entre sus dientes una lengua inquieta, entrometida, que nada debe hacer entre sus dientes y labios. Para este momento, mujer y sombra ya están en plena ebullición de respiración.

Espectro y cuerpo se mecen al ritmo pausado, van y vienen con su silueta, están hechos en extensión de placer, y desde luego que no hay tanta perfección. Sexo y oscuridad se entremezclan en frenética pleonasmo húmedo.

Ha pasado el tiempo y pareciera que todo se ha visto, que todo se ha tocado, que todo se ha vivido, pero súbitamente el espectro toma la mano de Paula y la lleva a su entrepierna, el miembro que hay entre sus piernas está dispuesto al asalto, Paula ya lo había visto y tocado con mucho cuidado, con mucho respeto, como quien se encuentra un tigre dormido en la selva. La fricción que había sentido Paula al principio de la noche parecía más que suficiente.

La mano de Paula apenas se da abasto, es enorme esta bestia que meditante ha estado al asecho, sin querer ha apretado la fibra más sensible de la selva, está despierto y Paula no sabe qué será de su suerte. Las noches especiales siempre tienen alguna sorpresa especial.

La sombra toma con fortaleza a Paula, y en un rápido movimiento la sienta de rodillas sobre su oscuro falo al tiempo que los ojos de Paula se abren al más increíble gozo y sorpresa conocido hasta entonces. Paula se siente conectada plenamente con esta sombra, ya no hay distancia que se posible, son uno, cuerpo y éter se han unido, la respiración abandona por instantes a la mujer que está empezando a conocer el secreto último de la vida.

Paula apenas tiene tiempo de llevar la sábana a su boca y de esa manera ahogar un grito de dolor y de placer, se siente penetrada en sus valores, en sus sentimientos y eso la hace sentir bien, no es malo, es un dolor dulce, un castigo que demanda con abundancia, los movimientos de nuevo se hacen acompasados, el ritmo pareciera de una tarde caballos en el campo.

Paula ha tenido la oportunidad de ultrajar eso que existe entre las piernas de lo que sería un ser humano. En el caso de esta ánima se ha encontrado con un miembro vigoroso, sano, atrevido, que semeja a uno de esos corceles que deambulan libres por las pampa, juguetones, indómitos, firmes de carne y dispuestos a demostrar que son los dueños de la pradera.

Hacen movimientos circulares, lentos, tratando de encontrar la raíz de ese árbol, es una amazona que empieza a vibrar como nunca antes, y se da cuenta lo mucho que disfruta la sombra que tiene debajo de sus redondas y firmes nalgas. Ella que empezó siendo amenazada por esta ánima ahora se encuentra sobre ella.

La agitación aumenta, cada vez los ciclos son más vigorosos, ese leño que siente en su bosque se pone cada vez más erguido, la sangre pareciera que va a salir con una presión que hará gran alboroto. Paula ya no sabe que hacer, se ha toca ella, ha tocado a ese intruso. La respiración, en extraña paradoja, se ha ido retirando pese a que la ventana deja pasar cínicamente al aire nocturno.

Paula alcanza a contraer el cuerpo hacia dentro, como si apretara a esa bestia entre sus piernas, sus ojos empiezan a buscar algo en el techo, la respiración es más breve, más corta, menos intensa y de pronto, sin que desde luego ella misma se de cuenta cae.

La agitación con falta de aire no es buena combinación, pero esta sombra no tiene mayor recato, ha terminado con un miembro satisfecho y una dama desmayada, que tendida en la cama ha pasado de la excitación a la ternura del sueño inducido.

¿En qué momento llegó la mañana?, cuando quiso, ajena a los mandatos rigoristas del reloj. Paula se reincorpora, no tiene sentido saber en qué momento terminó todo, pero es un hecho que sí recuerda la agitación bien hasta antes de su último jadeo. El resto no tiene mayor explicación, la sombra continuó en la habitación y murió cuando la luz llegó. Nada más científico y más real.

Paula nota que su cuerpo está desnudo, pero eso no importa, nadie con moral se atrevería a entrar a fisgonear su cuerpo. Hay una sonrisa cómplice cuando se ve en el espejo, como si parte de la sombra se hubiera quedado dentro de ella. Ve el reloj y nota que son las ocho y cinco de la mañana, faltan 55 minutos para que las manecillas se vuelvan a encontrar, y reflexiona qué tan pocos minutos hay que esperar para que las manecillas se vuelvan a encontrar.

Las noches han seguido llegando, Paula actúa con normalidad, y es que ¿qué dama no apetece pasar una noche refrescante con sus ventanas abiertas?, más si no hay fisgones que pongan en peligro su soledad, aunque nadie ha notado la peculiar costumbre de prender una vela durante el inicio de la noche en sus horas más íntimas.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

¡Salud, por la alegría!

No existe vida
que, aun por un instante,
no sea inmortal.
La muerte
siempre llega con ese instante de retraso.
En vano golpea con la aldaba
en la puerta invisible.
Lo ya vivido
no se lo puede llevar.

SZYMBORSKA

Juan Villoro en la UNITEC



El día de ayer visitó el campus de la UNITEC Cuitláhuac el escritor mexicano, Juan Villoro, como parte del nuevo programa de literatura de Canal 22, Entre líneas, que transmite todos los lunes a las 9 de la noche.


Los jóvenes de la carrera de comunicación tuvieron la oportunidad de hacerle varias preguntas en torno a su obra y oficio de escritor; mismas que el escritor contestó muy gusto.


Los profesores de la carrera también participamos muy gustosos del evento. Hay que mencionar que platicar con un escritor siempre es una oportunidad de compartir su particular visión con los alumnos. Esperemos que no sea esta la primera y única ocasión que se organicé un evento de esta índole, en bien de la UNITEC, pero sobre todo de sus alumnos, que al finalizar el evento estaban muy contentos, con sus libros autografiados.

martes, 25 de septiembre de 2007

A la espera de la sombra II

Pese a que la luz se ha extinguido, la sombra no se mueve con soltura, es más, permanece quieta ante Paula, ella se da cuenta que en el juego de misteriosos hechos la luna ha quedado descubierta por la nubes y por el ventanal entra placidamente a sus anchas los diferentes rayos que desean ser parte de la escena.

La sombra se acerca un poco más a Paula, se inclina un poco y empieza a oler a Paula, pero no de una manera ofensiva, es más bien como un contacto con la esencia, ahora en lugar de ser una sombra pareciera un fantasma que recuerda tiempos en los que tenía un cuerpo que bañar, perfumar, atender. Parece un acto de nostalgia.

Paula empieza a sentirse rara, no incómoda, a diferencia de la sombra que parece recordar algo, ella empieza a conocer nuevas emociones. Esto es agradable, no sabe qué es, no entiende como se dio, pero es una realidad que su pecho empieza a resultar insuficiente para recibir todo el aire que de pronto parece necesitar.

La sombra sigue oliendo su cabello, y también acerca lo que sería su rostro al de ella, Paula parece que cada vez se ahoga más, pero no se mueve del lugar en el que está, la ciencia algún día reconocerá su nombre como la primera mujer que logró un contacto cercano con un alma de la oscuridad que se sintió atrevida en un momento de su triste existencia.

Sin ningún tipo de recato, la sombra movió los brazos sobre la espalda de Paula. Ella se cimbró al notar que esas manos más que ser producto de un juego de luces eran sólidas, consistentes, manos que cubrían amplios territorios de su espalda. Paula tenía una respiración descontrolada en absoluto, estaba llegando a las fronteras del control y paseándose peligrosamente por las orillas de la locura.

Su pecho ya dejaba sentir y manifestar una tensión muy peculiar. Sus pechos estaban hinchados, excitables, el algodón que los recubría empezó a ser plácido, era tan solo unos centímetros lo que se paraba a eso pecho erguidos y cálidos de lo que debería ser el fornido pecho de esta sombra sensible.

En el nacimiento de las piernas Paula sentía que una bestia salvaje e insaciable por fin bajaba a la laguna y de manera desesperada se humedecía de los líquidos que calman cualquier ser. Esta bestia, que dormida por tantos años estuvo, de pronto reclamaba una sed terrible y que no había líquido que fuera capaz de saciar dicha desesperación. Paula juraría que por lo largo de sus piernas corrían un par de gotas de esa agua desconocida y enigmática.

El abrazo de este espectro en verdad que era intenso, apretó lo que debía, y aflojó lo suficiente. Paula notó también la respiración en su oreja. Era intensa, fuerte, como un búfalo excitado. Mayor fue su sorpresa cuando su lóbulo empezó a ser besado y recorrido por una lengua cálida, húmeda, áspera y notablemente incisiva. Supuso que era dulce. Paula trató de no peder la clama, pero estaba segura que en ningún tratado de ciencia se leía que las sombras tuvieran órganos internos.

Paula no dejó de sentir la oscuridad por el simple hecho de cerrar los ojos. El masaje de esa lengua era algo novedoso y en extremo satisfactorio como para mantener la vista atenta. Por momentos sintió que su resistencia flaqueaba y dejaba reposar su cuerpo en la sombra, asunto cuestionable, pues nada aseguraba que la solidez de esos brazos de espectro sería permanente y soportable de la masa humana.

Pero eso no la mantuvo por mucho tiempo angustiada, pues esa sombra recorrió sus brazos y sin avisar ni dar tiempo cargó a Paula y empezó a caminar. Ella quiso salir de su curiosidad y no tuvo más que asirse a lo que sería su cuello. Este, en proporción a lo que sintió en sus brazos, también era fuerte, marcado, listo para soportar el trabajo más rudo.

Paula salió caminando de su cama y llegó en brazos de una sombra. Nadie en su sano juicio tiene que creer algo así, pero no deja se ser una idea seductora. El asunto no queda ahí, la sombra no quita eso que deben ser sus manos del cuerpo de Paula, ni ella se conforma con tocar solo un cuello. Así como empezó a oler y abrazar a la mujer, la sombra ha iniciado un recorrido por el cuerpo de la inexplorada mujer.
Paula siente esas aparentes manos por todo su pecho y abdomen. Se siente bien, cálido, intenso, con suavidad pero revelando que son manos que también han experimentado en instrumentos de trabajo. No son suaves, es cierto, ¿pero a que mujer le gusta que la toquen manos más suaves que las suyas, por muy sombra que sea esta?

La sombra inspecciona, desde el lugar en que está Paula solo puede ver que la cabeza ha dejado de observarla y ahora es su cuerpo, ahora solo ve entre sus pechos a una masa de cabellos que está plantada en su vientre, es un cabello largo, ondulado y se siente maravilloso cada vez que se agita porque llama a su cuerpo a tensarse. Todo en Paula es excitación, aprieta sus piernas, sus pies están en punta, quien no sepa nada de los misterios del cuerpo diría que está luchando la ingenia mujer de no morir asfixiada.

Pero la sombra no se contiene. Paula creía estar en pleno placer cuando de pronto la respiración que sintió en su oreja y la hizo estremecerse la siente justo donde nace su selva púbica. Como una auténtica descarga eléctrica que tuvo que contener con los dientes y los labios, Paula conoció un temblor cálido con sudor frío, no encontró mayor apoyo que apretar con toda su femenina fuerza la almohada, la sábana o lo que encontrara, eso sin contar el arqueo de su espalada que solo en libros de anatomía vio.

La sombra continuó explorando cada vez más curiosas, como tratando de llegar a la causa última de lo que alguna vez conoció y trata de recordar. Su boca se abre, aspira, busca, humedece, su lengua taladra, empalma contra los labios, contra los dientes, embiste una y otra vez, ritmo que de inmediato, por instinto Paula sigue. Paula jamás había sudado. Paula jamás se había agitado. Paula jamás se había contorsionado.

Paula empezó a tomar con sus manos a esa cabeza de cabello largo y abundante, en tanto las sombras terminaba de inspeccionar el cuerpo de Paula, la conquista de sus tobillos por parte de esas manos firmes era el fin de la exploración, el fin de ese Colón que por esa noche se lanzó a la oscuridad a confirmar que el cuerpo femenino puede ser excitado.

Lo que inició con atrevimiento concluyó con un regreso sereno, calmado, son seguridad de conocer el terreno recorrido previamente. Su rostro de nuevo estuvo cerca de Paula, y fue el momento de respiro, de mirarse en la agitación que no deja ver nada y tomar aire por tan intensa expedición.

Paula empieza a tocar y definir un rostro, es curioso, pero es posible que una sombra, de tanto buscar figuras humanas empiece a mutarse en un ser humano. Eso es lo que toca, y lo encuentra placentero, agradable, también se da su tiempo para inspeccionar lo que sería su cuerpo y ya a estas alturas ni se inmuta que sienta lo que serían músculos de abdomen y un pecho que está tan firme que perecería el de un hombre normal que no pasa de los 30 años.

Paula se adentra en su investigación, lo toca todo, cuello, pecho abdomen, piernas, muslos, se ha vuelto esta investigación en un manantial de sorpresas, pero ella no se detiene, aprieta y constata que esta sombra escapa a todo promedio de conocimiento.

lunes, 24 de septiembre de 2007

A la espera de la sombra I

Paula hasta el día de hoy es una de las señoritas más nobles de este poblado que puede estar en un lugar que dentro de 150 años será llamado Mar del Plata, nombre idóneo donde la virtud y las buenas costumbres habían encontrado acomodo.
Quiso el destino y las circunstancias, pues todos sabemos lo caprichosa que es la suerte, que esa fuera una noche más oscura de lo normal, pese a que había un viento consistente no se puede decir que se tratara de una tormenta.
En la habitación de Paula hay un reloj de péndulo, que con movimiento insistente va y viene con ese tic tac eterno, hueco, insípido, pero que es el preludio para que las manecillas se reúnan, segundo a segundo, las manecillas en un perfecto y sincronizado juego de seducción se alcanzan. El minutero impaciente se acerca a la hora y ésta coqueta e inocente se aleja, asegurándose de no ser lo suficientemente rápida como para no ser alcanzada. Es un juego que se torna emocionante por 60 minutos.
Paula está sola, su única compañía es la sombra que proyectan las velas, sombras inocentes, aunque en los tiempos que se viven no se puede saber el tipo de costumbres que tienen las sombras, hay quien asegura que se divierten mucho subiendo por la paredes hasta ser partidas a la mitad por el techo, quién sabe qué placer misterioso encuentren en ello, otros aseguran que les gusta inspeccionar el cuerpo de quien descansa en la habitación que han elegido, desde luego que nadie lo puede corroborar, pero tampoco hay quien lo niegue rotundamente.
Paula ha pasado algún rato en esa su habitación, sabemos que hay viento y eso la puso en la duda si cerrar o no el ventanal. El vaivén de la flama de la vela se ha convertido en una especie de medidor de la intensidad del viento. Parece que la delgada aguja luminosa va y viene en un juego extraño de resistencia y complicidad. Pareciera que en la habitación de Paula las sombras y las velas tienen licencia para distraerse.
El cuerpo de Paula es delgado, fino, sencillo, pero muy grato a la vista, y si decimos que luce grato a la vista es lo más sencillo que se puede decir; no ha habido en estos 21 años mano que profane la porcelana de su cuello, la firmeza de sus brazos, ausentes de músculos groseros, de unas piernas que en su estado natural lucen largas, firmes, con un torneado exquisito.
Su cabello negro es largo, cae de modo muy natural sobre sus hombros, en realidad parece respirar una vez que ha soltado la rigidez del peinado que toda mujer decente tiene en este lugar. Tan siquiera pensar en la posibilidad de lucir con cabello suelto en el balcón le molesta e irrita.
De pronto su descanso intermedio se ve frenado por un ruido que no es el viento. Súbitamente los ojos sea alertan, y si las pupilas no se dilatan más es por la raquítica luz que sigue su juego con el viento. Paula se yergue sobre sí, no podemos hablar que esté asustada, simplemente es el reflejo de quien de pronto es sorprendido por un ruido en la oscuridad.
Paula piensa por un momento en la posibilidad de que una sombra errante busque un poco de cobijo en una noche así, pues también se sabe que llega un momento en que las sombras desean encontrar algún rincón oscuro que les de cabida. La gente sabe que no es muy grande o molesto el lugar que ocupa una sombra, ¿pero qué necesidad tiene una dama decente de tener que soportar a un inquilino en sus habitaciones?
Paula sabe que no es nada, pero la inteligencia femenina dice que debe defender lo propio de una dama decente y que será recordada por su prudencia cuando este lugar se llame Mar del Plata. Sin pensarlo dos veces se levanta de la cama, desde luego que del lado derecho, hacerlo del lado izquierdo es invocar a la mala suerte, y también es conocido que la superstición atrae a la desdicha.
Paula ya está levantada de su lecho, y como es una misión inmediata de inspección, no se detiene ante nada, es un arrebato de audacia permite que sus pies sean besados por la alfombra suave y lanuda que hay en su habitación.

Por unos instantes permanece parada en silencio frente a la ventana, quizás se encuentre a unos 5 metros, la habitación es amplia, como debe vivir la gente decente de estos tiempos, nada que ver con casas que en algún momento serán auténticas trampas, incluso para una sombra.
Por fin se rompe la angustia y camina un par de pasos, lentos, majestuosos, con una parcimonia digna de una reina, pero se ven frenados al escuchar de nuevo ese ruido que ahora se escucha más cerca. Paula ha tomado la vela y la ha acercado a su rostro, como si un templario acercara con mayor fiereza su espada a su pecho para lanzar una carga contra el infiel.
Su mirada es atenta a la ventana, y es justo en esos momentos en que por el lado derecho de la ventana, justo en la frontera de la cortina, se ve lo que en un momento parecía una mera ficción. Se trata de una sombra que poco a poco se ha adueñado del balcón. Sin duda que la osadía de esta sombra es inaudita, no esperó la madrugada para hacer acto de presencia.
Paula está segura que su vela encendida será suficiente para frenar a esta ánima que no sabe de modales, pero no quiere pasar por descortés, así que se queda muy quieta, fija al suelo, no avanza. Ella sabe que una sombra por más inquieta que sea no gusta de la luz, luz que arrebata definición a la sombra, que le quita seguridad, que la vuelve menos que un suspiro de amante solitario.
Unos instantes desafiantes ocurren. Cada uno de los guerreros se mantiene en su posición. La dama con su aura de luz está en el interior de la habitación, la sombra, fiel a su dogma, se esconde en las esquinas poco alumbradas.
La calma se rompe justo cuando el viento es más intenso la sombra empieza su deslizar. Sobre esto hay dos posibilidades: la sombra es impulsada por el viento, o bien, la vela he bajado su intensidad ante la autoridad del viento y esta sombra ha cobrado confianza ante la circunstancia.
La sombra ha terminado su recorrido, está junto a ella, pese a que se sabe que las sombras no tienen orden en su cuerpo porque tan solo producto de la luz contra un cuerpo, no resiste la curiosidad de voltear a lo que se pudiera considerar como su cara.

Para sorpresa de Paula, la sombra levanta lo que sería su mano y toma el candelabro de su vela. Ella ya no es ella, y en cierto sentido está empezando a conocer con mayor detalle la naturaleza de las sombras, podrá decir cualquier día con autoridad “no hay que temer por una sombra cualquiera, pero sí hay que tener respeto ante las que no se conforman con su destino y tratan de acercarse a las personas para buscar entender nuestra naturaleza”.
La sombra ha tomado el candelabro y para completar las novedades sopla sobre la flama que en un instante se desvanece, la flama ha llegado a su fin, de ella nadie se acordará y quedará la idea de que mas le valió haber disfrutado la vida, pues en el lugar en que está no puede hacer nada por remediar las cosas.

"El pacto es no enamorarse...


...la pasión, por definición, no puede durar”. Fue cuando Él se atrevió a perderle el respeto en el lago. Nadaban y volaban juntos a la misma hora, solo quedaban ellos dos después del advenimiento de su creación. Empezó como un juego de niños salpicándose agua y aventándose al lago una vez que alguno se atrevía a salir. Entonces ocurrió: la desnudó dentro del agua, pedazo a pedazo de piel, como si levantara la falda a la luna que los iluminaba en ese momento por el fiordo de la nada, casi a medianoche. Husmeó sus olores por toda la orografía de Ella, como un depredador que recién captura a su presa antes del banquete. En respuesta, Ella le correspondió lamiendo felinamente los sabores de su atlético cuerpo. Él, extasiado, le palpaba y saboreaba a lengüetazos sus naranjas duras, dulces; mordisqueó ensalibando los pezones erguidos, mientras Ella se aferraba con fuerzas a las nalgas carnosas y lampiñas de Él. Succionó con su boca el único cactus erecto en el desierto de su piel y sintió el néctar espeso, quemante, incendiando a su paso una lengua traviesa, primero, y unos labios temblorosos, después. Esa noche, se amaron frenéticamente con instinto animal. Juraron amarse al borde del peligro: sabiéndose inmersos en su precipicio amoroso, que ahora gozarían su carnalidad sin las prisas del corazón y sin tener testigos.


George Erawi (Mr. Blue)

domingo, 23 de septiembre de 2007

Poemas para el ganoso contemporáneo.



ODA LITÚRGICA PARA “LA MUJER DE ÁMBAR”.

Il tuo splendore é aperto.
E. Montale.

Como hecha de ámbar
giras sobre la tierra.

No sé hasta dónde
pueda llegar
esta ansia de buscarte,
esta cansada desesperación
aacida de tu huida.

Hoy fue una noche grave,
anunciadora de la muerte,
la que me obligo a asirme
de tu imagen huyendo.

Mañana, el día con el sol
hará que no te piense
y, sin embargo, estarás ahí,
oculta entre las cortinas
y tu cuerpo de ámbar,
tu gran coño frutal,
tus oscilantes uñas,
tus labios inventores,
tu carne de mujer mujer,
tu entrega entera,
tu manera de apoderarte
de los momentos,
tu forma de coger y ser cogida,
tu certeza de vida en la mañana,
tu inocente, santa, bendita,
sacrosanta, litúrgica, teológica,
óptica, acústica,
olfativa, gustativa fornicación,
levantará las sábanas
abrirá las ventanas,
bendecirá la carne,
entronizará el gozo
y santificará la noche humana.


POEMA DE: HUGO GUTIÉRREZ VEGA. En: Material de lectura 91, Coordinación de Difusión Cultural/UNAM, México, 1998.



Perlas en los pechos de Lucía
desnuda ante el espejo.
Ruedan las perlas
por el mármol. Se agacha
a recogerlas. Nalgas.
Esfínter. Rizos negros.
El aire abre la puerta
y yo la cierro.

Y que seas
crecer en mí
como crece el deseo
en la ausencia
de lo que nunca llega
a realizarse.
Los pezones
en la boca del ciego,
tu sexo en las ortigas
de la memoria
que ilumina el placer
y lo derrama.


POEMAS DE: Juan Antonio Masoliver Ródenas. En: La memoria sin tregua, El ACANTILADO, Barcelona, 2002.







jueves, 20 de septiembre de 2007

Pasión

(Pintura cortesía de Luis Eduardo Aute)

Estoy enloqueciendo por no tenerte,
Mi pasión no puede seguir atada,
Quiero mojar mis deseos al amarte,
No soporto la ausencia de tu carne vetada.

Mi amor es profanar toda abstinencia,
Mi locura es la insoportable incontinencia,
De no derramarme en tu cuerpo ungido,
De mi semen, también deseoso de quejido.

Me inspiras, me excitas y me dan ganas
Recorrerte palmo a palmo, sin urgencia,
Mientras manipulas mi pene con ansias,
Imagina mis dedos en tu clítoris con recurrencia.

ESTA ES TODA MI QUERENCIA POR TI

Para liflo4

Georges Erawi (Mr. Blue)

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Unas líneas

No hay tiempo, no hay humo,
no hay nada, quizás sólo sea viento en lo
que vivimos, quizás la realidad no sea mayor al
tamaño de una nuez ni supere el peso de
tu aliento.

No hay tiempo porque lo haz hurtado,
ángel corporal que se alimenta de mi
razón, de rocío, de tintes violetas
que pintan el lienzo que en el cenit fue oro.

Me robaste mi sombra, ahora es presa
de tu paso; juegas con ella, simulas que
me la devuelves, ya es ceniza que se
filtra por mi mente, que se impregna en mi pecho,
y adorna como fistol que brilla en mis ojos
cada vez que estás frente a mí.

No, no hay tiempo, no lo necesito
me he acostumbrado a tu cercana distancia,
a tu peso amargo, a tu aroma dulce.
No hay tiempo, así es el infinito
de tus labios, lo denso de tu cabello,
lo extenso de tu pechos, lo breve de tus palabras.

No, no hay tiempo ni reloj que lo soporte,
eres arena que juega en mis manos,
eres marfil que brilla en mi horizonte.
Capturas mi suspiro, construyes mi idea,
armas y reinventas mi alma.

Eres barca que flota en la mar y
la ola imita el vibrar de tu cuepo
en el amor. Quisiera ser la ola, dominar
la barca caprichosa, pero inútil es pretender
jugar con las reglas del azar.

Por ti tiempo es solo ilusión, estás quieta,
estática, como suspendida en un mar de
letras, jugando entre las oraciones, moviendo
a capricho las palabras, dominando los puntos
suspensivos, esquivando el renglón, corrigiendo
las pausas, desquisiando a las comas.

No, no hay tiempo, no hay tiempo porque lo
haz secuestrado, vive en tu pecho, en tus labios,
sabe a tu aliento, se escurre por tus pechos,
vive en tu ser más secreto, más cálido,
líquido es el tiempo tuyo.

No necesito del tiempo, no necesito de horas,
el minuto es una fantasía, los segundos ficciones;
te haz vuelto todo, donde volteo estás, donde
me dirijo te vas. Eres amor, eres pasión, eres
plata derretida que adorna el clavel.

Eres todo, eres nadie, jugo de tiempo y laberinto
sin salida, porque no quiero salir. Donde quiera
que estés, no importa lo que paso, pues el tiempo
ya no está.

Sietesoles

martes, 18 de septiembre de 2007

La búsqueda



Por mucho tiempo la he perseguido, por algún tiempo sentí que era un sueño, que vivía en un paraíso onírico de esos que son como algodón de azúcar, con un tiempo en donde el reloj no avanza, las nubes están como pintadas en óleo, la luz es inamovible y el viento serpentea ante nuestros ojos

A veces la he imaginado, y en esos instantes me parece que tiene polvo de luna, que como todos sabemos, el polvo de luna es algo dulce, algo tierno, por muy enérgico que seas terminas encantado y agradecido. Es aquí cuando quieres de acercarte más, pero como toda dama, es coqueta, oculta lo más interesante de ella, se aleja y te sonríe, te dice: más, tienes que esforzarte un poco más.

Claro, es más fácil intuirla en las noches, tal vez acariciando mi sombra, quizás rociando polen de estrella en mi camino. A veces me ha parecido adivinar que se esconde en las estrellas, en esas pequeñas espuela de luz que marcan el cielo. No hay tiempo, no hay límite, y sin embargo está frente a mí. Trato de seducirla, de seducirla, de mostrarle lo que vive en mi frente, en mi corazón, en el pecho ardiente, tratando de describirla, es más lo que la imagino que lo cierto que sé de ella.

Recuerdo que de joven la encontraba más seguido, se topaba en un balcón, en el cabello negro de una mujer, en los sueños de amor que anidaban mis ojos, en el tallo de una flor, en el verso que no conoció la luz del día siguiente, en el aliento cálido de ese primer beso y que supuse así era el secreto anhelado.

Sí, por años he perseguido ideas, esa dama caprichosa que se empeña en jugar conmigo, que cada vez se aleja más, y que me conforta diciendo: cada vez estás más cerca. Debe ser una idea de amor, una idea de pasión, una idea de esas que de tanto que duran en la mente se hacen tan reales como la un rayo de luz o una gota de lluvia dentro de una flor.

Esas ideas me recorren continuamente el pecho, la frente, juegan en mis oídos, me susurran con delicadeza: busca más, cada vez me conoces más. Es un juego, pero es un juego divertido, ameno, no hay medidas, no hay peso, todo es levedad, todo es emoción, las palabras resultan huecas, más muertas que de costumbre, la idea me reinventa, me incita, me anima a cada día, cuando alguien se obstina en decir: las ideas no son buenas si no son productivas.

Seguiré a la caza de esa idea, la que por años se ha dejado galantear, que a veces parece que está en mis brazos, y que por momentos se oculta en lo más cálido de un sexo femenino dispuesto a compartir la idea de amor que cree conocer.
Sietesoles

Dulces estertores

(Pintura cortesía de Luis Eduardo Aute)

¿Quién me hizo galopar mis fantasías sexuales hasta el nirvana?
¿Qué poderoso embrujo de mujer me devoró en su regazo para no salir de ahí?
¿Quién no me prohibió bañarla con mi lava lechosa y ardiente para después lamerla de su boca y de sus senos?
¿Qué mujer tan apasionada me permitió horadar ese pequeño rincón virginal de cuatro décadas?
¿Quién me provocó acariciar tan bello cuerpo a través de espejos infinitos que clonaron su imagen?
¿Qué mujer me hizo penetrarla a golpe de martillo que derrumba pedazos de cielo sobre dos amantes nerviosos y furtivos?
¿Quién me penetró suavemente por aquel rincón oscuro y me dio un pedazo de ese cielo que caía sobre nosotros?
¿Qué mujer se vistió a media tarde como Penélope para bien amarla tocando su carne trémula?
¿Quién se deleitó sin remedio con juguetes vibratorios, espumosos… cual sueño líquido?
¿Qué mujer me hizo compartir dulces estertores que exorcisaron nuestros miedos y liberaron los, casi siempre, ahogados gritos en paredes de espejo jadeante?
¿Quién se gozó así misma tocando sus cumbres de niña, ofreciendo sus pezones como un ritual de llama doble: sexo y erotismo?
¿Qué mujer impulsó suavemente su dedo hasta el fondo del pozo de sus deseos, mientras su amante ansiaba concluir la batalla en orgasmos solidarios?
Para liflo4
George Erawi (Mr. Blue)

Dedos virginales

(Pintura cortesía de Luis Eduardo Aute)

Dedos que buscan felicidad y están para dar placer,
Recorriendo tramo a tramo tu tersa geografía,
Noches y días, todos los días, en espera del humedecer,
Del amor que no es melancolía, en ti se hace hagiografìa.

Virginal al brevar tu olorosa miel primera
Tu piel me arrebata fulgurantes pasiones;
Tu pubis por otro acariciado, pero sin orgasmo de gloria entera,
Es oda elevada al cielo plena en miles de irreverentes oraciones.

Dedos, tuyos, que rozan las delicias del edén humedecido,
Sumergidos en amargos flujos piroclásticos y agridulces sabores,
Que seducen e invitan a penetrarte con mi animal entumecido,
Aunque prefiero mis propios dedos para derramar más licores.

Tu clítoris, manjar de tu carne vulnerable, es la dicha eterna
Aquí en la tierra como en el cielo, como un sacrilegio,
Una blasfemia, una herejía obsesivamente enferma,
Un te quiero con alevosía y de mi amor un privilegio.
Para liflo4
George Erawi (Mr. Blue)

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Enseñar


Qué importante es querer lo que uno hace. Sin ese sentimiento por delante, todo, todo pierde su posible sabor.

Estar frente a grupo de personas dentro de un salón de clase ha sido apreciado siempre, la experiencia tiene sus recompensas y sus sinsabores todos los días. Desde convertirse en un ejemplo a seguir, hasta transformarse en el motivo de deserción que revela una incapacidad de enseñar del profesor o una incapacidad de asumir la responsabilidad de sus propias circunstancias del alumno.

Estar allí corona el delicioso proceso de estudiar y preparar el tema, armar la mejor estrategia para comunicar el mensaje, medir los tiempos, anticiparse a las dudas genuinas y a las dudas alevosas y defender lo que se sabe. Estar allí es la punta visible de un denuedo anterior nimio o decoroso. A veces la experiencia ayuda y permite interrumpir la disciplina, las más de las ocasiones la vergüenza propulsa a una ética noble, la que se aprende en casa y nos dicta la conveniencia de hacer prosperar destinos, incluido el nuestro.

Los alumnos son personas, para bien y para mal. Una clase es un ejercicio olímpico de relación pública. De aplicación de habilidades sociales y de manejo inteligente de las emociones. Recuerdo una ocasión que tras leer su examen final, sin contestarlo, un alumno tuvo a bien escribirme unas palabras a modo de reproche: "Profesor, es usted el culpable de que odie la lectura, de que prefiera seguir dormido que venir a la escuela, odio su clase y lo odio a usted." Confieso que me sentí muy responsable por haber obtenido un objetivo contrario al original, me entristecí. No atinaba una explicación, pero no negué mi culpa. No le di lo que quería, no me detuve en sus necesidades. Yo también lo odié. Busqué una explicación de su comportamiento y le pregunté a una de sus amigas cercanas si ella había recibido del joven algún comentario sobre mí. Su respuesta fue negativa. Quería exculparme, necesitaba restaurar mi amor propio. Concientemente y por mucho tiempo, guardé la anécdota en el olvido y ahora vuelve para alarmarme del compromiso de pensar en cada uno de los vagones que guío.

Al frente, el maestro es blanco de las respuestas a sus propios defectos y es vasija de frustraciones ajenas. El maestro necesita la coraza emocional del psicólogo y la valentía del torero para salir en hombros tras dos horas de embestidas humanas.

Every need got an ego to feed, es la descripción más clara de la benevolencia de mi labor. Pensar es una necesidad, nos identifica, nos diferencia. Cuando el joven escucha o lee, se lleva las manos a la barbilla. Levanta la mano, replica, apoya, agrega, comparte... con ello dispara una metralla que asesina de vanidad al profesor que le inspiró.

Una clase es un proceso de comunicación cuyos principales enemigos son el silencio y el monólogo. Qué desanimante es el silencio, qué aburrido es el monólogo. El conocimiento por sí mismo debería ser el catalizador de la disposición anímica de los involucrados, pero la forma de ofrecerlo o mercadearlo, para utilizar una palabra posmoderna, es determinante.

Un maestro es el histrión de su propia cuento que tiene la cualidad de la verosimilitud, de otra manera la única heroína conocida que lo puede salvar se llama condolencia.

Pasé muchos años en la escuela como alumno. Nunca fui generoso con ninguno de mis maestros, no les regalé ninguno de mis pensamientos, sino hasta que me mostraban que valía la pena aventurarme, a pesar de que desde entonces entendía que mi aprendizaje depende de mis participaciones. Ahora me ocupo en crear la atmósfera para el atrevimiento, para que cada uno ponga bajo el examen público lo que sabe y siente. Sólo me falta la amable ofrenda de la retroalimetación.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

¡Melissa, un mito genial! (2)

Todavía no terminaba de leer el manuscrito de Melissa cuando Carolina me interumpió: "Lo sabía... esa mosquita muerta. Me alegra haberla desenmascarado". Me despedí de Carolina, sin comentario alguno sobre el manuscrito: "Gracias, te lo regreso en la siguiente clase". Camino a casa continué leyendo, no sin seguir pensando en Nahui Olin, de sus amantes, sus malogrados matrimonios con el cadete Manuel Rodríaguez Lozano, quien después se enamoraría de Abraham Ángel, un aprendiz de pintor; de Eugenio Agacino, capitán de corbeta y muerto por intoxicación en 1934; amante del caricaturista Carlos Santoyo; amiga de grandes personalidades de la cultura mexicana (José Vasconcelos, Antonieta Rivas Mercado, Salvador Novo, Carlos Chávez, Tina Modotti, Diego Rivera, Frida Kahlo, José Clemente Orozco) , a todos ellos trascendió con su muerte en 1978, cinco años después de la de sus amigos de juventud Pablo Picasso y David Alfaro Siqueiros. Si acaso Rufino Tamayo, quien murió una década más tarde.
Eso fue lo peor que le pasó a Nahui Olin, morirse tardíamente y no a tiempo como ellos. Espero que Melissa no tenga un final como el de Nahui Olin: olvidada, encerrada con sus 19 gatos; desalojada de un cuartucho de una casa vieja que fue derrumbada para la construcción de un eje vial en Santa María la Ribera y luego vagabunda de las calles de alrededor de su querida Alameda, mordida por los perros y apedreada por los niños.
El relato autobiográfico de un flashazo de la vida íntima de Melissa continuaba así:

Estoy contando una historia. Sí, precisamente eso es lo que hago, pero no lo que pretendo. Cuando las historias, cuando contar tus historias se convierte en costumbre, en profesión, el horror del emputecimiento se vuelve insoportable. No es un dolor propiamente, es un ardor, es comezón, escozor; a pesar del gozo que otorga lanzar palabras al aire, a la nada, lanzándolas a cualquiera que quiera escucharte, porque he de decir que sí es placentero (las putas también tienen orgasmos). Cuando compruebas tu existencia a través de otros, es cierto que todo toma sentido, es verdad que el saberte parte te hace bien. Yo no soy parte, yo estoy expósita, alguna vez pretendí ser parte, aún ahora lo deseo, aún sabiendo que sólo será bálsamo momentáneo. Es un deseo ciego, un deseo que quema, porque al tenerlo vuelve a evaporarse, tan efímero e incierto.

Anoche soñé un sueño tibio, uno de esos sueños que nos permiten despertar con lucidez y emprender un nuevo día con la finalidad de encontrar un camino, tal vez una nueva oportunidad de replantearlo todo y volver a creer. Así amanecí, así vino a mí el deseo de nuevo.

El deseo ¿Cómo se viste el deseo? ¿Cuántas veces habrá de dejarnos nuevamente sobrecogidos por la fiebre que todo lo persigue y que nos pone ardientes, fervientes y llena nuestro cuerpo y nuestro ser de pulsiones? El deseo se viste de hermosura, se engalana con la promesa del gozo, un gozo que de ser mejor no podía haberse atisbado tan incierto. El deseo, ese tremendo torbellino todo lo anima, todo lo vuelve movimiento, es tempestad que nos atrapa e impide que podamos ver, mirar, comprender. Dicen que la falta de deseo produce paz, conocimientos ancestrales y teorías filosóficas y psicoanalíticas han demostrado una y otra vez que el deseo todo lo corrompe y es el causante de las mayores desgracias humanas, el fin de las religiones más importantes y que han perdurado por los siglos de los siglos, ha sido ofrecer en la renuncia al deseo la forma de hallar la paz, es cierto, es verdad. Pero ¿no es verdad también que después de la tempestad viene la calma?. Y sólo después de una tremenda tempestad, sólo después de haber conseguido el fin de mi deseo, la realización de mi deseo es que he hallado la calma, no la paz, la paz nunca, la calma, sólo la calma.

Anda, ven a mí, yo soy el camino, yo soy tu deseo. Sé que no lo sabes, sé que no puedes siquiera entenderlo, no importa, yo soy tuya, porque a través de mí todo lo encontrarás.

Levántate, necesito un cigarro pronto, de verdad tengo ganas. Sí, ya sé que no he desayunado, no necesitas hacérmelo saber porque ya lo sé ¡Maldita sea! Están todos mojados. Creo que voy a tener que salir a comprar otros. No podías tener un poco más de cuidado con esto. Ya vengo.

Y sí, es verdad, lo visto antes no corresponde a la realidad, y no corresponderá porque somos un intento ¿Cuándo terminaré de saber eso? Soy un intento, nada más que un intento y eso no me hace absolutamente nada, Puedo palpitar de un corazón a otro y no voy a dejar de ser únicamente un maldito intento. Contener ¡Carajo, contener! Pura basura, esto es pura maldita basura y no quiero seguir aquí plantada esperando a que todo termine de pudrirse sin entender y sin estar plena y completamente convencida de qué diablos soy.

No, no quiero, eso es todo, no tengo ganas y eso es algo que ni yo misma puedo comprender, no puedo, no puedo. Soy un suspiro, soy sólo un suspiro y eso es todo, mi cuerpo se va a pudrir y mi presencia en la mente de otros va a evaporarse. Y tampoco me puedo rendir, no me voy a rendir, porque no sé quien soy, porque no sé con toda certeza la verdad, pero sé y de eso sí estoy segura, que tengo voluntad, tal vez no un libre albedrío, pero sí voluntad, ahora mismo estoy vaciándome aquí en un acto de voluntad.

Y sí me veo fea y tengo que arreglarme, no quiero, no quiero de verdad y con todad mis fuerzas lo digo, no quiero. Si esta secuencia de símbolos sirve para decir algo realmente, voy a decir esto: no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero.

La historia

Israel llamaba, casi gritaba y ella nomás no escuchaba. Melissa se movía rítmicamente, en movimiento pausado, que se congelaba, parecía ser titubeo. Estaba tan apasionada con lo que hacía, que no tenía sentido para absolutamente nada más. Pronto él se habría fastidiado de llamarla y embebido en su imagen había decidido sólo contemplarla. La veía ir y venir en ese bamboleo trémulo, vacilante pero absolutamente suyo que la hacía tornarse más expresiva y al hacerla expresiva la hacía hermosa.

El compás de las guitarras hacía que todo se quedara inerme:

Independiente fui, para no permitir pudrirme sin renovarme;
hoy, independiente, pudriéndome me renuevo para vivir.

Los gusanos no me darán fin -son los grotescos destructivos

de materias sin savia, y vida dan, con devorar lo ya podrido

del último despojo de mi renovación-

Y la madre tierra me parirá y naceré de nuevo,

de nuevo ya para no morir... (Nahui Olin).

FIN

Georges Erawi (Mr. Blue)



jueves, 23 de agosto de 2007

¡Melissa, un mito genial!



Melissa me recuerda mucho a Nahui Olin (Carmen Mondragón, hija del
general golpista de 1913 Manuel Mondragón), amante del Dr. Atl (Gerardo Murillo, quien así la reabautizó) pintor paisajista del Valle de México y también del fotógrafo Edward Weston. Es su reencarnación en el siglo XXI. Ambas sólo cultivaban amistades importantes en sus respectivos círculos de amistad, guardando toda proporción. Su vida es análoga. Ambas tenían facilidad tanto para la poesía como para hacerse autorretratos al óleo y con acuarelas, pero sobre todo les fascinaba ser retratradas en fotos blanco y negro. Tuve la fortuna de darle clases de fotografía. En alguna ocasión de ese cuatrimestre fui invitado a comer a su casa junto con algunos de sus compañeros. Una verdadera desgracia me impidió acudir: ese día se incendió una fábrica al lado de la universidad, se desalojaron las instalaciones y por tres días que duró el incendio mi auto quedó a resguardo dentro de las mismas.
Sin embargo, tuve la oportunidad de conocer uno de sus textos literarios que tanto le gustaba escribir. No es que me haya ganado su confianza, pues era celosísima de sus secretos. Una de sus amigas, mejor dicho compañera de clase de ese sábado doblemente trágico, cazó la oportunidad de penetrar en la intimidad de sus cuadernos -y vaya que ella no era para nada descuidada- simplemente había tomado un borrador de su puño y letra que asomó accidentalmente por el codazo de otro compañero al cuaderno que estaba sobre la mesa. Al terminar la clase de periodismo a mitad de semana, Carolina llegó hasta mi escritorio con un cara triunfal, como si le hubiera arrancado el rabo a un toro, y con una sonrisa de oreja a oreja me extendió unas hojas que a continuación transcribo literalmente. Es algo de la intimidad de Melissa con un sorprendente final:

Ella hablándole a él

Entraste. En tu mano ella
reposaba, vestida,enfundada en negra capa. Con complicidad, con gesto de exhibición y pudor desasido me miraste. La luz, el claroscuro de mi habitación todo lo acogió y yo me hice partícipe de esa bella forma tuya de crear, de traicionar. Porque traicionas, porque todo lo niegas para ser tú, en voluptuosa acto de procreación.

Él vino llegó a la mesa y sin titubeo la desenfundaste. Pronto todo se iluminó, purpurino resplandor en el que su cuerpo tomó forma: su vientre, hinchado, grávido y hueco vientre me mostró que a punto estaba de parirte un deseo. Y poco a poco, mientras por la espalda la acariciabas, recorriendo su cuello hasta bajar a su cintura, el deseo se hizo ritmo. Acompasada melancolía, juego en el que entregabas todo y renunciabas, para asirlo por completo. Ella es tu consuelo, ella, la de piel tostada, brillante y tensa; ella, chelo, tu consuelo.

Resbalaba el líquido
por mi garganta encendiendo con amargura que calcinaba y lavaba al mismo tiempo memorias, haciéndolas refulgir en ese ensueño, en el que tu música, tus vidas iban amedrentando el frío, encendiéndolo y congelándolo. No te sentí tibio, te sentí ardiendo en frío, arrebatado fragor de helado brillo. Todo tú eras exactitud, certeza, tu cuerpo era tempestad afilada. Contemplaba su idilio, en el que estaban solos, en el que se regalaban y se exhibían mientras mi boca embebida en ese fragor me empujaba más y más al remolino.

Caí, caí lento, despacio pero con furia; con arrebatado clamor te llamé y tú viniste, entendiste cómo te llamaba, cuánto te necesité, cuánto quise ser parte, ser, renacer en ti. Igual que a ella, que en ese ahora nos contempló, tomaste mi cuello, por la esplada viniste a recorrerme, a habitarme. Yo respondí, vibró mi cuerpo igual que el suyo había vibrado, las cuerdas que tocaste, la melodía que me hiciste cantar, antes no había pensado. Fue dolor, pero fue alivio. Bajaste a mi cintura y una nota aguda salió de mi garganta encendida. Y pusiste en mi vientre, al tocarlo, al empujarlo hacia ti, una semilla que no acabo de parir, que hasta hoy, que aún hoy sigue gestándose, me fecundaste con tu tacto. La funda que me cubría te dejó a la vista el firmamento de mi ánimo, de la que me anima, que a veces sin animarme sigue ahí porque el corazón me mantiene
viva. Con tus besos llenaste de margaritas, que hoy marchitándose están, los cielos de mi alma, los más frágiles, la protección más vulnerable, mi piel.
Nuestros cielos se encontraron, me heriste, me apuñalaste, abriste mi carne porque estabas reclamando por completo lo que ya era tuyo. Y mi carne, tensa te dejó entrar, te absorbió, y al hacerlo te reclamó, reclamó lo que también era suyo. Y los dos, los dos vibramos, ya no era sólo yo, ahora tú junto a mí cantabas. Y mi grito se hizo fuerte, arrobado, porque pude comprender que tú te convertías en transmisor musical, que junto a mí, que en mí habías logrado la conversión, la transmutación.

No puedo, ya no puedo, ya no pude dejarte. Al verte, al tenerte, cuando tras presentarme en ese idilio suyo tu más profunda tempestad, comprendí que no podía dejarte. Algo te robaste, te quedaste, con embustes te quedaste. Te hiciste dueño.

Continuará...

Georges Erawi (Mr. Blue)



miércoles, 22 de agosto de 2007

¿Quién diablos es Melissa?


Misterio de misterios sin resolver, acaso un "expediente secreto x". Todo mundo habla de ella sin conocerla, como la muerte misma. Quizás mis frases de entrada son lugares comunes y resultaron muy trilladas, pero ella no era común, sino todo un enigma. Alguna vez me hizo saber, con un dejo de tristeza en su rostro, que su padre militar participó en la guerra sucia del Chile de Pinochet y dejó entrever que participó en las torturas a los disidentes izquierdistas del MIR y del PS; todo porque su exposición en la universidad coincidía con el tema de los desaparecidos políticos y nuestra guerra sucia, sostenida y financiada tras las bambalinas del poder echeverrista de los setentas en México. Entre los exiliados suramericanos (argentinos, uruguayos y chilenos) de aquella década se coló un torturador y lamentablemente ese fue el padre de Melissa. Ni modo, nadie escoge a sus padres. Lástima de su belleza y guapura.

Dicen que no tuvo novio en la universidad, tal vez por el miedo de que su padre lo descubriera. Muchos andaban mordiendo el polvo por ella. Unos cuantos recibieron una sonrisa como negativa, era a lo más que podían aspirar; otros, la mayoría, simplemente recibieron indiferencia y desprecio. Sólo un muchacho parecía recibir sus encantos: Israel. Un tipo listo, lentes redondos a la John Lennon, alto con dotes de intelectual y fascinado por la poesía tanto como ella. Alguna ocasión (y fue la última que se les vio juntos) le comentó con mucho atrevimiento, al pie de una jardinera, que ya Pablo Neruda le había hecho un poema de 1923, La estudiante. He aquí el primer y el último párrafos:

"Oh tú, más dulce, más interminable
que la dulzura, carnal enamorada
entre las sombras: de otros días
surges llenando de pesado polen
tu copa, en la delicia.

(...)

Mordí mujer, me hundí desvaneciéndome
desde mi fuerza, atesoré racimos
y salí a caminar de beso en beso,
atado a las caricias, amarrado
a esta gruta de fría cabellera,
a estas piernas por labios recorridos:
hambriento entre los labios de la tierra,
devorando con labios devorados
".

Se les veía varias veces en la escuela y algunas otras Israel acompañando a Melissa a su casa en Clavería, donde jamás puso un pie dentro. Lo más que recibía era un beso en la mejilla, tanto de saludo como de despedida, igual como se saluda a un familiar. Su frialdad derretía cualquier témpano. No dejó rastro alguno, pero sí una marca muy profunda en el alma y el corazón de Israel, quien quería conquistarla por medio de poemas de Neruda a una Melissa, medio chilena y medio mexicana, sobre todo con uno en especial que aprendió de memoria escribiendo y reescribiendo garabateándolo entre los apuntes de las clases de periodismo que les dí:

"¿Quién no te vio, amorosa, dulce mía,
en la lucha, a mi lado, como una
aparición, con todas las señales
de la estrella? ¿Quién, si anduvo
entre las multitudes a buscarme,
porque soy grano del granero humano,
no te encontró, apretada a mis raíces,
elevada en el canto de mi sangre
".

(Fragmento de El amor, 1936.)

Los ecos de su mítica presencia todavía rebotan en las paredes del campus universitario; su sombra deambula por los pasillos y su leyenda empieza a cobrar fuerza entre los que se reúnen a cuchichear y rumiar chismes en la esquina maldita del patio principal, donde los estudiantes de la carrera de Ciencias de la Comunicación se preguntan: "¿Es Melissa un mito genial?"

Georges Erawi (Mr. Blue)

viernes, 17 de agosto de 2007

Bienandanza

A veces la conversación no basta. La que tenemos con nuestros cuates es divertida, jocosa, en ellas existe alguien que se queda con la palabra en la punta de la lengua, con el chiste o la anécdota inconclusa. Otra veces la charla se convierte en un diálogo inteligente, pero con sinceridad, esas ocasiones son contadas, es más, hasta mal vistas ¿que no? Ahí también se queda algo sin decir, un pensamiento inacabado, un argumento que llega tarde.

Incluso se puede agregar que la conversación apenas deja espacio para revisar nuestras palabras, lo que casa mal con nuestra tendencia de comunicador docente a saber qué intentamos decir antes de decirlo. En cambio, la escritura sí da lugar a la reescritura y está en gran medida hecha de reescrituras, de pensamientos reelaborados que se enriquecen y adquieren nuevos matices tras cada borrón.
En fin, que contáramos con más tiempo para la chacota inocua o provechosa sería lo ideal. Pero la esclavitud de la cotidianidad nos lo impide, así que un grupo de truhanes se han dejado seducir por la oportunidad de decir en este espacio lo que no se pudo en cualquier otro.

Que el primer comentario tenga mano santa para que las retroalimentaciones nos acompañen siempre; de otra menera que nuestra autoestima quede intacta.

¡Leonard Cohen les da la bienvenida!



Queridos amigos, he aquí un nuevo espacio para que lo llenen con contenidos padres. De entrada, el maestro Leonard Cohen les da la más cordial bienvenida, con uno de sus himnos clásicos: EVERYBODY KNOWS.